Explican cómo evitar la resequedad de la piel en invierno

Durante la primavera y el verano, estaciones cálidas y más húmedas, las personas se encuentran más expuestas a los rayos directos del sol. Por eso, en esas épocas del año, la piel tiende a deshidratarse, ya que el cuerpo suda más para protegerse del calor. Se vuelve más rígida y propensa a irritaciones y enrojecimientos, luciendo apagada, cansada y seca, debido a la necesidad constante de hidratación para regenerarse. En tanto, en el otoño e invierno, la resequedad también se presenta, debido a que los vasos capilares se contraen, impidiendo que llegue suficiente oxígeno y nutrientes a la piel. Al respecto, la Dra. Guillermina Creus (MN 181480, médica dermatóloga de la empresa Vittal) explicó que ante las bajas temperaturas y fuertes vientos, “esta barrera natural se ve amenazada y se forma un escudo para enfrentar estas situaciones, lo que provoca grietas y descamaciones en la piel. Es por todo eso que se debe reparar y crear una barrera protectora hidratando de manera profunda la piel. Entre las recomendaciones para evitar dicha resequedad están: la hidratación, para lo cual se pueden utilizar cremas y lociones de alta calidad que contengan ingredientes como glicerina, ácido hialurónico y ceramidas. Estos componentes ayudan a retener la humedad y a reforzar la barrera protectora de la piel. Se debe aplicar inmediatamente después de la ducha, cuando la piel aún está ligeramente húmeda, para maximizar la absorción. Evitar duchas largas y calientes: aunque puede ser reconfortante en invierno, el agua caliente puede eliminar los aceites naturales de la piel, agravando la sequedad. Es importante implementar duchas cortas con agua tibia y utilizar jabones suaves y sin fragancia para evitar la irritación. Uso de humidificadores: la calefacción en interiores disminuye la humedad ambiental y esto contribuye a la sequedad de la piel. De ser posible, es recomendable instalar un humidificador en el hogar para aumentar la humedad del aire, ayudando a mantener la piel hidratada. Se puede colocar en habitaciones donde se pasa la mayor parte del tiempo, especialmente en el dormitorio durante la noche. Vestimenta adecuada: el frío y el viento pueden deshidratar y dañar la piel. Es importante proteger la piel con guantes, bufandas y gorros cuando se está en el exterior. Se pueden elegir tejidos naturales y transpirables como el algodón y la lana, pero hay que asegurarse de que no irriten la piel. Cuidado de las manos y pies: Las manos y los pies son particularmente vulnerables a la sequedad en invierno. Es ideal aplicar crema hidratante varias veces al día y otras más espesas para áreas más secas. También pueden usarse guantes de algodón por la noche después de aplicar una crema hidratante para mejorar la absorción. Beber suficiente agua: la hidratación también debe venir del interior. Aunque en invierno no se siente tanta sed, el cuerpo sigue necesitando agua para funcionar correctamente. Dieta saludable: una rica en ácidos grasos esenciales, como los que se encuentran en el pescado, nueces y semillas, puede ayudar a mantener la piel hidratada. Es bueno sumar frutas y verduras que aporten vitaminas y antioxidantes, esenciales para la salud de la piel. Evitar productos agresivos: es recomendable elegir productos que sean suaves y adecuados para pieles secas o sensibles. También se deben evitar los exfoliantes fuertes y los productos con alcohol, ya que pueden empeorar la sequedad. Consulta médica: Si la resequedad de la piel persiste a pesar de seguir estos consejos, es importante consultar a un dermatólogo. Existen productos específicos o tratamientos médicos para abordar el problema de manera efectiva. Usar protector solar: utilizar los de +50 todos los días debe mantenerse a lo largo del año, aunque los rayos del sol tengan menos penetrancia en la época de invierno” completó la Dra. Creus.

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