Este martes, avicultores argentinos celebran su día

El “Día de la Avicultura” se celebra el 2 de julio de cada año en Argentina, luego que fuera establecida, en 1963, por el presidente de entonces, Dr. José Guido, para destacar la importancia de esta actividad productiva en la economía del país. Más de medio siglo después, la avicultura fue creciendo de manera exponencial, tanto que transforma millones de toneladas de cereales en proteína animal de primer nivel y de la que dependen unas 100.000 personas. Pero además, es una actividad que tiene estrecha relación con otros sectores, como la construcción, la logística, la industria papelera, la industria del plástico, metalúrgica y farmacéutica, lo que remarca su importancia en la economía nacional.

En Entre Ríos y Buenos Aires está el 88% de las granjas de pollos y el 58% de los establecimientos productores de gallinas ponedoras. La actividad demanda 3.600.000 toneladas de maíz y 1.600.000 de soja al año. El mercado local absorbe una gran parte de la producción, pero también hay una fuerte apuesta a la exportación, con mercados abiertos en Japón, Costa Rica, Chile, Austria, Cuba, Rusia, Colombia, entre otros países.

 

 

Una actividad con historia

 

Las aves de corral han sido desde 1857, fecha en que llegaron las primeras a Colonia San José, parte del paisaje rural de nuestra provincia. Ya en 1945, había en Argentina una importante población de pollos y gallinas, con un concepto semi-industrial, con líneas de pedigree y algunas cruzas con doble propósito, la hembra para producción de huevos y los “gallitos” para consumo. La comercialización estaba organizada a través de acopios y consignaciones representadas por personas u organizadas en cooperativas. El grueso de los productos acopiados, convergía en el Mercado Concentrador de Aves y Huevos de la Capital Federal, donde tenían sus puestos los más importantes mayoristas. En este sitio, se preparaba la mayoría de la mercadería, se clasificaba y seleccionaba el huevo para consumo, se vendían vivos los pollos de 5 meses y 2,300 kg., al igual que las gallinas y los gallos, como también otros tipos de aves. En ese tiempo, los consumos no se medían, pero se estima que no llegaban a 3 kg. por habitante/año (hoy son 45) y se consumían menos de 80 huevos por persona.

En los años ‘60, arribaron al país los “padres de los pollos híbridos” o como se los denominó en Argentina, los “parrilleros”. Ese año, puede considerarse como el del nacimiento de la avicultura industrial nacional y desde ese tiempo, el sector, tanto en pollos como en huevos no ha parado de crecer, de equiparse y de mejorar continuamente el aseguramiento de la calidad e inocuidad de sus productos.

Entre 1976 y 1983, el sector quedó mayoritariamente integrado, produciéndose los huevos fértiles, los pollitos BB, el alimento y tercerizando el cuidado y la guarda en los criadores. Este nuevo concepto productivo que bajó aún más el precio al consumidor final, consolidó el hábito, aumentó el consumo y llevó gradualmente a un crecimiento constante y una profundización en la búsqueda de la productividad y mayor competitividad.

Luego de los difíciles años 90, con el abandono de la convertibilidad, volvió a ser competitivo al sector, logrando un importante despegue, apareciendo nuevos mercados, más producción y más personas dependiendo de la actividad.

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