Este domingo, deseale un ¡Feliz Día del Padre!

Según las sociedades de consumo, el “buen padre” es aquel que reviste la imagen de “proveedor”, el que satisface todas las necesidades materiales del hogar, el que lucha para que “no les falte nada a los hijos”, trabaja jornadas dobles y aún los fines de semana. En pocas palabras, el que atraviesa sus años de paternidad entregando aquello que cree que su niño/a necesita, pero no logra colmar las demandas presentes para cuando ya le han surgido otras nuevas. Así se desgasta febrilmente, indefectiblemente renuncia a la posibilidad de compartir tiempo y vivencias y se prohíbe inconscientemente de la posibilidad de darse un respiro para disfrutar lo más importante: la experiencia única de ver crecer a los hijos. Con el transcurso de las décadas este concepto ha cambiado, sin que ello implique desatender a los chicos o darles un mal pasar. Los padres han logrado vencer las tradiciones atávicas de ser meros proveedores, para pasar a compartir junto a las madres o solos, el gozo de la crianza.

A pesar de los reproches que profesan quienes pretenden perpetuar el tabú inmemorial de que cuando el padre se involucra emocionalmente con el hijo se torna “suave como una segunda madre” y que si participa en el cuidado y atención del hijo se convierte en un simple consentidor de caprichos, cada día son más los padres presentes en el quirófano en el momento del nacimiento de sus bebés, en los cursos prenatales y de posparto, en el primer día de clases, las reuniones de padres o de catequesis, la graduación y cada uno de los momentos trascendentes que marcan la vida de sus herederos. Bien dicen que se necesitan 2 para engendrar un hijo y también para lograr su educación y pleno desarrollo. Los roles de los progenitores son insustituibles y aludiendo a la figura paterna, éste es de suma importancia: da seguridad, confianza en el porvenir, establece los límites de la conducta y cierra el círculo de amor que debe rodear a un niño, adolescente, joven o adulto. El padre es un elemento único y esencial en la construcción de valores de un hijo, es un modelo a seguir para todo pequeño y de allí radica su poderosa influencia en la salud emocional a lo largo de los años. Un padre actual se abre a las necesidades más sutiles de su hijo: las emocionales y las psíquicas. Trasciende la preocupación de sí mismo y sus ocupaciones, logra ver a su sucesor en sus propios términos y habitualmente propicia el ambiente para que éste desarrolle su potencial en un marco de libertad responsable, no de dominación. Pero ello no debe confundirse con “libertinaje”, porque como todo exceso hace daño y lleva a que un hijo a veces adopte actitudes irreparables, que van en perjuicio de sí mismo o de terceros.

Ser padre es asumir una de las tareas o trabajos más importantes del mundo, dado que implica transmitir lo mejor de sí, tanto en la palabra como con los actos, para que a futuro existan hombres y mujeres de bien, capaces de mejorar cualquier sociedad. Es un desafío de tiempo completo, que comienza en el instante en que un hijo llega al mundo y se extiende hasta el último de sus días, sin importar cuan grandes estén para entonces. La crianza debe ser ni más ni menos que establecer una guía, para que llegado el momento cada hijo pueda valerse por sí mismo. Tomando firmes y razonadas decisiones, los padres atraviesan enfrentamientos y satisfacciones, buenas y malas circunstancias, que el final de todo, serán el recuerdo de la vida compartida y de la enseñanza legada…

 

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio está protegido por reCAPTCHA y se aplican la política de privacidad y los términos de servicio de Google.