El martes 2 de julio, se celebra el Día Nacional de la Avicultura, homenajeando a esos aficionados, trabajadores o empresarios, que hacen de la práctica de cuidar y criar aves, una cultura de vida. Existen ejemplares que satisfacen un mercado alimenticio establecido, como las gallinas o pollos, patos, avestruces, entre otros, cuya carne es un sano alimento, al igual que sus huevos. También se pueden criar especies exóticas, que son aquellas menos domesticables, habitualmente demandadas por el sector privado o los zoológicos. Su mantención y reproducción no sólo está regulado por ley, sino que es posible siempre y cuando se respeten sus condiciones de hábitat original. Por otra parte, muchas familias cuidan de las aves como “mascotas”, que son aquellas que pueden vivir en compañía del hombre.

Sin embargo, quienes más festejan esta fecha, son aquellos que han tornado de la avicultura un puesto de trabajo para sí y para terceros, una digna fuente de ingresos, un proyecto de vida para su descendencia. El mercado de los alimentos se expande a nivel internacional cada día más, por eso hoy las empresas dedicadas a estos insumos dominan el negocio, principalmente si apuestan al procesamiento y la exportación de los productos avícolas.

Esta fecha es cara a los sentimientos de los entrerrianos, quienes históricamente forjaron su institucionalización, siendo pioneros en este tipo de explotación comercial. La elección del 2 de julio hace referencia a cuando llegaron a Villa San José (Hoy San José en el departamento Colón), Entre Ríos, los primeros colonos suizos, en 1857. Prontamente se organizaron como comunidad y se convirtieron en un punto clave de la cría de aves. Al principio lo hicieron para el propio sustento familiar y a partir de 1925, la actividad se transformó en semi-industrial, adquiriendo carácter intensivo en 1940. Durante muchos años fue un mojón de crecimiento y prosperidad, por lo que en 1963, se estableció a través del Decreto Nº8108, la institucionalización de ese día.