Especialistas explican cómo está impactando el “Cambio Climático” en el trigo y la cebada

Los efectos del “Cambio Climático” están condicionando la producción de alimentos y lo seguirá haciendo a corto y mediano plazo. Frente a esto, un equipo de investigación del CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) y la Facultad de Agronomía de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, con colaboración del INTA, evaluó cómo impacta el incremento de 3°C en la temperatura nocturna, sobre el rendimiento, la calidad y la seguridad alimentaria en la producción de cereales.

Los resultados del estudio no sorprendieron. En términos generales, las noches cálidas fueron más favorables al desarrollo de Fusariosis de la Espiga, por lo que aumentó el impacto negativo en cebada y trigo. Se trata de una de las enfermedades más destructivas de los cereales que “reduce los parámetros de calidad del grano y aumenta la concentración de micotoxinas de forma significativa”.

Mauro Martínez, investigador de CONICET y de la mencionada facultad aseguró que “la relevancia de este trabajo radica en que es uno de los primeros en el mundo en desarrollarse bajo condiciones experimentales de campo”. Entre los resultados obtenidos, reconoció que el aspecto más preocupante es que, “a partir del cambio climático, se incrementaría hasta en un 75% la presencia de micotoxinas… Este aspecto pone en riesgo la inocuidad alimentaria y la calidad de los productos obtenidos a partir de dos cultivos clave como son el trigo y la cebada”.

Para llegar a este dato, contaron con la colaboración del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria. “Articulamos con el Instituto de Alimentos del INTA Castelar, porque son de los pocos centros a nivel país que cuentan con tecnología HPLC para hacer este tipo de estudios, otorgando solidez y rigor científico a los resultados de su investigación”, subrayó Martínez, quien además se refirió a los estudios que aseguran una disminución del 7% sobre el rendimiento de grano en cebada y trigo por cada grado de aumento de la temperatura nocturna: “A estas pérdidas ya estimadas, ahora hay que sumarle el impacto adicional de la FET en condiciones de campo”, indicó.

Esta enfermedad fúngica provoca muchas pérdidas cuantitativas en los cultivos de cereales, como la reducción del rendimiento, la disminución del peso de granos, junto con el menor poder germinativo de los mismos. Además, produce pérdidas cualitativas como la reducción del contenido de almidón, la degradación de las diferentes subunidades proteicas y una menor calidad de malteado y horneado.

Conocer para anticiparse

Martínez ponderó este tipo de investigaciones y las consideró “muy importantes” dado que permiten “anticiparse al impacto del cambio climático y tomar decisiones a tiempo que permitan revertirlo o minimizarlo. En ese sentido, una de las herramientas es el mejoramiento genético de las variedades a fin de adaptarlas a los cambios que se vienen.

Por su parte, Dante Rojas –investigador del INTA Castelar–, señaló: “El cambio climático representa un verdadero desafío para la producción de cultivos y la seguridad alimentaria en todas las regiones del mundo. En un futuro próximo, las condiciones ambientales cambiarán y la temperatura será una de las variables más afectadas”.

Ambos profesionales coincidieron en que este tipo de estudios “contribuyen a diseñar futuras estrategias de manejo de los cultivos para anticiparse a los potenciales efectos adversos del cambio climático en la seguridad alimentaria”.

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