¿Es posible desconectarse de Internet y redes sociales en vacaciones? Explican beneficios

Una gran parte de los argentinos están transitando las esperadas vacaciones estivales, tiempo para el descanso, el relax y para “desenchufarse” de las rutinas del trabajo. Sin embargo, no son pocos los que siguen pendientes de lo que pasa en su ámbito laboral o “prendidos” al celular o TV. Cada vez más, hay personas que buscan desenchufarse en serio de Internet y las Redes Sociales en sus vacaciones, dándose cuenta de los beneficios que esto les produce en su salud.

La Dra. María de los Ángeles López Geist, integrante de la “Asociación de Psiquiatras de Argentina”, explicó que actualmente se vive “a velocidades nada espontáneas, ya no hacemos 2 ó 3 tareas a la vez, sino 5 ó 6, mientras pretendemos ilusamente argumentar alguna ventaja en ello. Nada de esto sería posible sin esas extensiones de nuestro cuerpo y mente que solemos tener en la mano demasiadas horas por día: los celulares. Por lo tanto, la fantasía de descansar de las redes o abandonar ese permanente estado de guardia para los mensajes que se reciben, cobra vigor en vacaciones, pero choca con la dificultad para materializarlo. Tanta es nuestra creencia de estar enterados de la realidad por recibir montones de videos y memes, que ponemos un excesivo valor a lo que se comunica por medios sociales, que ya sabemos están completamente algoritmizados. No solo nos desinformamos ingenuamente, también hacemos peligrar nuestro sueño de cada noche cuando luego de la cena bombardeamos nuestro cerebro con la luz azul de las pantallas durante tiempos demasiado extendidos. La ansiedad registrada en niños y jóvenes y el insomnio creciente tiene alta correlación con el tiempo que pasan con sus dispositivos por las noches, aunque se hayan propuesto desconectarse. Sin embargo, en el fondo, no se trata de ‘desconectarse’, sino más bien de retomar conexiones que se han perdido en el espacio y en el tiempo o de establecer contactos a través de todos los sentidos para vincularnos con todos los seres vivos. Volver a sentir una brisa en la piel veraniega o los puntazos del sol, detenernos a disfrutar el aroma de los árboles, incluso volver a treparlos; volver a divisar constelaciones, escuchar qué susurran los vientos, subir montañas hasta escuchar su silencio. Jugar con el agua por larguísimos ratos, volver a caminar bajo la lluvia sin miedo a mojarnos, descifrar los mensajes en las nubes. Solos o con amigos o con familia o con mascotas… Si en las redes somos espectadores, editores y productores de sentido, en la vida compartida, no importa el grado de ese compartir, damos sentido a ser equipo, ser amigos, familia, sin la amenaza de un gélido ‘delete’. La pandemia nos dejó secuelas, entre ellas una marcada abstinencia social, especialmente en los jóvenes. Se refugian muchas veces en las conexiones por videojuegos o aplicaciones. Rechazan las salidas mercantilizadas donde son obligados a consumir lo que está de moda y si participan de la oferta vuelven a sus casas a conectarse con una cantante o con una película a través de los medios sociales” dijo en diálogo con Telam. “La tendencia, es alejar temporariamente a los niños, a los adolescentes y a los adultos de sus aparatos electrónicos y redes sociales durante ese valiosísimo tiempo de vacaciones, pero no por la vía de prohibirlos en forma radical y abrupta, sino ofreciendo alternativas concretas: practicar deportes, interactuar con otros niños, tener experiencias del mundo compartidas con los padres y los hermanos…”.

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