Energizantes: alerta por sus riesgos en los más jóvenes

Las bebidas energizantes tienen cafeína, taurina, vitaminas, suplementos herbarios, azúcar o edulcorante, entre otros ingredientes. Difieren de las bebidas deportivas y las aguas vitaminizadas. Se promocionan para aumentar la energía, la resistencia, el rendimiento físico, la concentración y hasta para perder peso. Se estima que entre el 30% y el 50% de los niños, adolescentes y jóvenes menores de 25 años las consumen. Están disponibles en 140 países y son las de mayor crecimiento en el mercado de bebidas. Pediatras ya tomaron cartas en el asunto, advierten que estas bebidas pueden ocasionar graves daños a los más pequeños y piden que se prohíba su venta a los menores.

 

Aunque las personas sanas pueden tolerar la cafeína en cantidades moderadas, el alto consumo ha sido asociado con serias consecuencias como convulsiones, manía, accidentes cerebrovasculares y muerte súbita. Los niños, especialmente los que tienen enfermedad cardiovascular, renal o hepática, convulsiones, diabetes, hipertiroidismo, o trastornos del comportamiento o los que toman ciertos medicamentos pueden estar en mayor riesgo de sufrir serias complicaciones por su consumo.

 

A estas conclusiones llegó un equipo de especialistas del Departamento de Pediatría de la Universidad de Miami, que publicó un extenso informe en la revista Pediatrics. Aseguran que “las bebidas energizantes no tienen beneficios terapéuticos y existe un riesgo de efectos adversos potencialmente graves en la población joven”.

 

La cafeína es la droga psicoactiva más consumida a nivel mundial y es legal para todos. Dicen los especialistas que la toxicidad clínica comienza con 1 gramo y que de 5 a 10 gramos diarios puede ser letal. Así, recomiendan un consumo máximo de cafeína de 2,5 miligramos por kilo por día para los niños. Fisiológicamente, la cafeína causa vasoconstricción coronaria y cerebral, relajación del músculo liso, estimulación de la musculatura esquelética, aumenta la fuerza contráctil del corazón, reduce la sensibilidad a la insulina y sube la presión sanguínea, informó Clarín.

 

Las calorías de estas bebidas en chicos obesos, además, pueden provocar el aumento de la presión, los niveles de glucosa, el índice de masa corporal y la deficiencia de calcio. También, causar depresión y baja autoestima. El informe dice que la cafeína de las bebidas energizantes puede incluso interferir con la mineralización ósea en la adolescencia.

 

“Para los menores deberían estar prohibidas. Tienen efecto arritmógeno (favorecen las arritmias cardiacas), son estimulantes y combinadas con alcohol permiten una mayor ingesta de bebidas, lo que aumenta el riesgo de intoxicación grave o coma alcohólico”, acuerdan Guillermo Roccatagliata, secretario de Asuntos Académicos de la Facultad de Medicina de la UBA y su colega Carlos Damin, Profesor Titular de la Primera Cátedra de Toxicología.

 

Nora Redobledo, secretaria del Grupo de Trabajo en Adicciones de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) avala el informe de Pediatrics, pero hace hincapié en la responsabilidad que tiene la sociedad y las familias por el alto consumo de los chicos. “No sólo hay que preocuparse por las bebidas en sí mismas, lo importante es hacerse cargo de los que les está pasando a los chicos”.

 

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