En Concordia encontraron a un ex combatiente de Malvinas que figuraba como desaparecido

En una visita a una escuela de La Criolla, integrantes del Centro de Ex Combatientes de Malvinas de Concordia escucharon que en un monte cercano vivía un hombre que también decía haber combatido en las islas del sur, pero para los vecinos se trataba de una persona desequilibrada que vive sola y en la más absoluta pobreza. Inmensa fue la sorpresa de los veteranos de guerra cuando confirmaron que efectivamente se trataba de uno de los pocos soldados que a nivel nacional nunca pudieron ser contactados tras el conflicto.

El Cabo 1º Francisco Fherenbacher -de él se trata- cumplió tareas como suboficial maquinista del Destructor ARA Comodoro Py durante la guerra de Malvinas, pero al finalizar el conflicto sus camaradas de buque nunca pudieron relocalizarlo en el continente, motivo por el cual figuraba como desaparecido para los registros e incluso no se descartaba que se hubiera suicidado.

 

 

 

 

Guillermo Pérez, titular del Centro de Ex Combatientes de Malvinas de Concordia, precisó a Diario Río Uruguay que en una reciente visita realizada a una escuela de La Criolla (zona rural al oeste de Concordia) tomaron notificación sobre este hombre.

Todo surgió gracias a que los responsables de una escuela del lugar pretendían imponer el nombre de un ex combatiente a un aula del establecimiento secundario, por lo que “nosotros inmediatamente preguntamos si alguien conocía algún veterano”, a lo que un muchacho respondió en tono de broma: “yo el único que conozco es Fherenbacher, pero es veterano de guerra únicamente cuando está loco” dijo sonriendo, coincidiendo con la incredulidad general sobre un hombre que vive solo en medio de una quinta abandonada y a una distancia considerable del pueblo.

 

A partir de allí comenzó una tarea de atar cabos, recordando Perez que “hace muchos años a mí me llamaron desde la Sala 8 (Salud Mental) del hospital Felipe Heras, para avisarme que un supuesto veterano de guerra estaba internado”, pero a la hora de chequear apellidos la identificación no coincidía con los bancos de datos.

 

De allí surgió que Fherenbacher estaba siendo buscado por el resto de quienes tripularon el buque destructor de la Armada “Comodoro Py”, pero lo tenían registrado con un domicilio en la provincia de Corrientes, sin sospechar que podía haber vuelto a su lugar de nacimiento en la zona rural de Concordia. De esa manera era uno de los pocos soldados del conflicto armado del cual no se tenía con precisión su paradero o si había fallecido en todos estos años. “No son muchos los que están desaparecidos, porque no sabemos si se suicidaron o porque no han querido tener ningún tipo de contacto o recuerdo de la guerra”. Admitiendo el propio Pérez que él en particular le llevó 15 años poder referirse a lo que había sucedido al sur del Atlántico.

 

Visiblemente emocionado a la hora de narrar lo vivido, Guillermo Pérez explicó que uno de los motivos por los cuales el ex suboficial nunca había sido hallado en los registros fue “porque en la Armada habían anotado su apellido como Fehrenbacher en vez de Fherenbacher”, de esa manera los registros digitalizados nunca coincidían, a lo que se agregaba que el DNI con el que se contaba tenía diferencia en los últimos números del verdadero. Recién cuando concurrieron a la comisaría de La Criolla surge que ese hombre “se llama Fherembacher Francisco, Cabo 1º de la Armada, Maquinista”.

 

 

Pérez narró que Fherembacher tiene 57 años de edad y vive solo en un precario refugio que está en el medio de una quinta cítrica abandonada que sería propiedad de su familia.

 

Los veteranos se acercaron con premura y acompañados por un ex combatiente con quien convivió durante el conflicto con este hombre, “porque sabíamos que por ahí se pone violento, no con las personas, pero si es de romper cosas”, pero una vez en el lugar lo saludaron “y nos presentamos como veteranos de guerra”, señaló Pérez. A lo que Fherembacher “con voz ronca, media apagada y de manera tosca nos dice: yo también soy veterano de guerra y le dijimos ya lo sabemos Fherenbacher, por eso nosotros venimos a contactarte”.

 

 

 

Según el testimonio brindado a Diario Río Uruguay, en el ex combatiente encontrado en la zona rural de La Criolla “hubo un momento de alegría cuando reconoció a un ex soldado de apellido Piedrabuena, que fue su compañero y habían comido cordero juntos”, pero inmediatamente volvió a ensimismarse en un comportamiento errático y abstraído.

 

Una de las cosas que más impactó a Pérez fue encontrar a Fherembacher “en la situación en que vive. Sin luz, sin nada, inclusive sin agua porque tiene que hacer unos kilómetros para buscar un balde de agua”, a lo que se suma que “come porque un hermano le lleva la comida, porque después vive solo ahí en el monte”.

 

Según pudo apreciar, “su estado general es que está muy mal, porque vive en la miseria”, a lo que se suma “la salud mental más que deficiente y encima en los últimos días los mordió un perro en la mano izquierda y estaba con la herida infectada”, con un cuadro que se agrava “porque está falto de higiene y sin ropa”.

 

 

 

En los escasos momentos de lucidez en los que pudo charlar con los integrantes del Centro de Ex Combatientes de Malvinas de Concordia, Fherembacher pudo transmitir que durante y luego de la guerra le costó mucho sobreponerse a las secuelas del conflicto armado. “Él lamentaba mucho la muerte de sus compañeros, cuya mayoría murieron en el (hundimiento del) crucero General Belgrano, incluso pensaba que (durante la guerra) a ellos en cualquier momento también los iban a matar. Al menos eso es lo que nosotros logramos entender en la pequeña conversación que tuvimos”, subrayó Guillermo Pérez.

 

Asimismo, el dirigente de veteranos contó la experiencia vivida recientemente por otros veteranos que fueron tripulantes del mismo barco que Fherembacher, “gente que hicieron un viaje de Buenos Aires a Concordia solamente para verlo, para traerle mercadería, ropa”. Lo cual “a él lo puso muy contento, si bien se comporta como un chiquilín, porque guarda todo enseguida. Pero al menos pudimos vestirlo, calzarlo y ponerle borceguíes nuevos. Porque andaba de alpargatas y sin medias, con este frío y esta humedad”.

 

Consultado sobre las particularidades de esta historia, Pérez subrayó que en la zona de La Criolla evidentemente “nadie creía que él era ex combatiente de Malvinas y eso puede ser porque quizás nunca contó”, admitiendo que “en mi caso particular yo tampoco comentaba nada”, con un silencio que rompió “recién después de 15 años, porque estábamos totalmente aislados y no queríamos que nos hablen de Malvinas”.

 

Por último, Pérez señaló que la urgencia pasa ahora por obtener para Francisco Fherenbacher la obra social que ya gozan otros ex combatientes, un lugar digno para vivir y -fundamentalmente- una rápida contención psiquiátrica y psicológica.

 

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