El Pila Sánchez cuenta su historia llena de fútbol

Edgardo Pila Sánchez y Atlético Hernandarias, unidos desde siempre

“Juega el Pila” se escuchó en el vestuario rival y las caras ya no fueron las mismas. Es que ese tipo jugaba bien de verdad. Podía estar parado en una baldosa en la mitad de la cancha y desde ahí te metía una asistencia perfecta o te la mandaba a guardar por arriba de un arquero desconcentrado. Y te hablo de los últimos tiempos, eh. Ya con 30 y pico, porque antes, de jovencito, era crack crack, te pintaba la cara.

Edgardo Pila Sánchez nació el 8 de febrero de 1972 y desde ese instante su vida estuvo vinculada al fútbol y a Atlético Hernandarias. Hoy en su rol de funcionario como director de Deportes Social, los caminos podrán verse algo separados por razones obvias de la función pública, pero en el corazón el vínculo está sellado con fuego.

En un mano a mano con El Observador hizo un recorrido por su carrera donde vio la Primera División con tan sólo 13 años. No sólo eso, sino que ese día marcó un hecho insólito en Paraná Campaña: Jugó en las tres categorías y marcó en las tres. Desde muy chico se fue a River donde vivió años inolvidables. Una lesión lo hizo cambiar de rumbo y retornó a su pueblo donde siguió ligado al Diabe.

La política también lo acompañó desde chico en una familia apegada al peronismo. Quiso ser intendente y desde hace más de 4 años conforma el equipo de Deportes del gobierno provincial donde trabaja codo a codo con los clubes de Entre Ríos.

“Che, el Pila estuvo en River, ¿no?”, preguntó el arquero mientras se colocaba el buzo. “Sí, jugó con el Burrito. La rompía”, acotó el primer central. “Bueno, tratemos de no dejarle ningún espacio”, pidió el uno casi como una plegaria al cielo. Pero como tantas veces, aquel santo no escuchó el rezo, sino que sonriente se dedicó a disfrutar de otra mágica tarde del delantero.

Pase, vea y conozca parte de su vida marcada por la pasión al fútbol.

Siendo un pibe fue a River donde estuvo varias temporadas. “Una de las cosas más importantes que me dejó fue la disciplina y la responsabilidad que me inculcaron”.

– ¿Cómo fueron los primeros pasos en el fútbol?

– Tenía 12 años cuando me sumé a Atlético Hernandarias, jugué en Tercera porque no había infantiles en ese tiempo, luego en Segunda y a los 13 años debuté en Primera con la dirección técnica de Rolando Schneider que tiempo después estuviera al frente como dirigente de Universitario de Libertador San Martín. En 1985 sumé mis primeros minutos ante Deportivo Bovril donde se dio algo muy particular porque ese día salí a la cancha en las tres divisiones y con las tres pude convertir. Jugué en Tercera hice un gol, jugué en Segunda hice un gol y en Primera ingresé en el segundo tiempo y también marqué. Ganamos 2-1 y lo eliminamos. Tiempos donde no era nada sencillo ganarle a Bovril como visitante.

– ¡¿Un gol en cada categoría?! Eras un pibe…

– Fue un hecho que quedó para la historia. No muchos debutan a esa edad y tienen posibilidad de marcar para las tres categorías. Jugaba de delantero y en 1985 salimos subcampeones. Igualmente jugué pocos partidos en Primera y ya en 1986 me fui a River.

– ¿Cómo llegaste a River?

– Fui a Buenos con mi viejo, conseguí probarme en Vélez Sársfield, anduve muy bien, hice tres goles pero no eran menos de 200 chicos ese día y no quedé. Me fui al departamento de mi tío (Eduardo Pata Curá) y justo estaba Rodolfo Torres, sobrino de Horacio (jugador histórico de Hernandarias) quien había jugado en inferiores de River y luego en San Martín de Tucumán. Estuvimos charlando y le conté que era fanático de River y fuimos al club. Me presentó a Federico Vairo y ese día probé. Me preguntaron si jugaba de 8, les dije que sí y esa semana quedé. Volví a Hernandarias, busqué el pase, mis cosas y a los 20 días debuté con River precisamente contra Vélez.

Estuvo del 86 al 93. Formó parte de una gira por Alemania y llegó a jugar en Cuarta.

– ¿Dónde te quedabas?

– Había pensión pero yo me quedaba en la casa de mi tío, estaba cerca de la cancha y me tomaba un colectivo. Después me fui a Don Torcuato a vivir con un amigo que jugaba conmigo y hasta el día de hoy tengo una gran relación, éramos hermanos postizos y sus padres eran como mi familia en ese tiempo. Hasta el día de hoy nos visitamos continuamente. Ahí empecé a estudiar en un instituto privado en Don Torcuato y me recibí de Perito Mercantil. La cancha de River me quedaba más lejos, me levantaba a las 6.00, iba a la escuela de 7.00 a 13.00, comíamos rápido y salíamos al club a entrenar a las 14.00 y volvíamos a las 20.00, todo el día afuera entre el club y el estudio.

– ¿No debe haber sido fácil con 13 años dejar la ciudad, los amigos, la familia?

– Eso les explico a mis hijos, el sacrificio que uno debe hacer para lograr un objetivo. En ese tiempo no habían celulares entonces una vez por semana nos comunicábamos con mis padres y en 1987 falleció mi viejo. Esas experiencias se las transmito a mis hijos, para que conozcan el sacrificio que uno hizo a tan corta edad. En River estuve desde 1986 hasta 1993, cuando me dieron el pase definitivamente después de una lesión.

– ¿Qué pasó con tu papá?

– Cuando me avisaron me tomé un colectivo y unos familiares me buscaron de la terminal de Paraná y llegué a Hernandarias cuando lo estaban velando. Anteriormente lo había visitado en el Hospital “San Martín” para cuidarlo porque lo habían operado del corazón. Lo disfruté muy poco. Estuve unos días en Hernandarias con mi familia y me tuve que volver. En esos días valió mucho el aporte de mis compañeros, técnicos, familiares, hermanos de mis papás, mi abuela. Vivir en Buenos Aires tampoco era gratis y era mucho sacrificio de mi mamá y mis abuelos para que yo esté y pueda estudiar.

Perdió a su viejo estando en River. “Lo disfruté muy poco”, dijo.

– ¿Por qué no seguiste en River?

– En 1990 formé parte del selectivo de River que viajó a Alemania, fuimos con la categoría 4ta y 5ta. Ese equipo era dirigido por el brasilero Delem y entre los jugadores estaban el Flaco Burela (Rodrigo) que luego atajó en Lanús, Pablo Lavallén, Diego Cocca, Rojas. Ortega no fue porque recién había llegado ese año y no estaba fichado pero ya había hecho pruebas y habíamos estado juntos en la pensión. A Alemania ya fui con una tendinitis importante en la rodilla derecha y me infiltraron un par de veces. En 1991 jugué y alterné con Reserva y como seguían los dolores en 1992 me realizaron la primera operación en una clínica en Buenos Aires, luego volví a entrenar ya en 4ta y siguió el dolor, no podía hacerlo. En 1993 de manera irresponsable, sin pensar y quizás por la edad, me vine a Hernandarias cuando me tendría que haber quedado en River. Me insistieron para volver a tal punto que me ofrecieron operarme en Hernandarias e incluso vino el Dr. Luis Seveso y se hizo la cirugía. Me operan e hice la recuperación en mi ciudad, obviamente que no tiene comparación con hacer una recuperación en River, no fue lo correcto. Volví a Buenos Aires y habré jugado unos 8 partidos más pero no podía, seguían los problemas con la lesión. En 1994 busqué el pase para volverme definitivamente.

– ¿La lesión te siguió siempre?

– En 1995 mi hermano sufrió un accidente. Lo llamé al Dr. Seveso porque su esposa era neuróloga, él estaba en Ramos Mejía. Cuando lo llamé, me preguntó por mi rodilla, aún se acordaba y me pidió que fuera a visitarlo. Viajé, me operó y nunca más sentí dolor, hasta el día de hoy jamás de dolió.

– ¿Te arrepentís de haber venido en aquel momento?

– Son cosas del fútbol, decisiones que uno toma. Estuve 6 meses yendo al kinesiólogo, había terminado la escuela secundaria y no podía entrenar, me tendría que haber quedado hasta que me dieran una solución. Pero ya está.

Con el Burrito Ortega en la visita a Paraná de River Senior. Compartió gratos momentos con el jujeño.

– ¿Qué te marcó más  de River?

– Una de las cosas más importantes que me dejó fue la disciplina y la responsabilidad que me inculcaron durante mi juventud. Jugábamos los sábados y prácticamente no salíamos. Amo al club y al fútbol, entonces me cuidaba, no conocí boliches de Buenos Aires. A Hernandarias volvía para ver los clásicos y para pasar las fiestas de fin de año.

– Dijiste que llegaste a compartir momentos con Ortega, ¿cómo era?

– Él llegó un día en marzo de 1990, con zapatilla Flecha y esas medias grandes que se caían. Nosotros estábamos haciendo fútbol con la 73 y lo probaron, él era 74. Estuvimos juntos en la pensión donde habían cuchetas y en aquellos años eran pocos los que veníamos del interior, pudimos hacer una buena amistad. Después lo volví a encontrar con mi familia en un partido de Unión de Santa Fe y River donde nos sacamos una foto, y hace unos años cuando vino con el fútbol Senior de River pudimos jugar juntos. Fue una experiencia hermosa y las cosas que hacía de pibe eran tremendas. Sí tuvo que corregir el hecho de que era muy individualista, de tratar de pasarlos a todos. Esas cosas que tenés de tanto potrero donde los habilidosos intentan pasar de a uno. Muchas veces lo puteabas porque estabas solo para convertir pero no te la tocaba. Un crack y un tipazo.

– En tu retorno a estas tierras, ¿jugaste en muchos equipos?

– No. Intenté ir a Patronato y Unión (SF) pero como no podía entrenar por la rodilla no quería pasar por lo mismo. Jugué en Atlético, fui dirigente, técnico, ayudante técnico, incluso técnico-jugador… (N. de R: condujo al equipo que venció a Patronato por el Argentino B). Si bien nunca fui presidente, siempre estuve ligado al club de una u otra manera. Por dos años fui coordinador de Primera y de Infantiles, vivía en el club de lunes a lunes. En ese tiempo intentamos cambiarle la mentalidad a los chicos, que crean en ellos mismos y que defiendan al club. Pienso que lo logramos porque tienen un gran temperamento y un enorme sentido de pertenencia.

Uno de los tantos equipos que integró en el Diabe: Ellenberger, Pila, Martín Isla, Borsotti y Céparo. Fianuchi, Vargas, Rosales, Albarenque, F. Sánchez y Mendoza.

– La vida misma en el club.

– Mis hijos y mi señora también estaban o me acompañaban porque les gusta la institución. Recuerdo que los lunes entrenábamos, los sábados organizábamos las salidas de las Infantiles, los viajes, juntar el dinero para hacerlo, volver, visitar a quienes colaboraban con los jugadores de Primera, el domingo preparar la cancha si éramos locales, después del partido llevar a los jugadores si alguno era de Paraná para dejarlo en Cerrito o en el cruce y demás. Por suerte siempre hubo excelentes dirigentes como mi hermano (Fernando), Juan Manuel Bula y Rodolfo Ridolfi, entre otros. Los nombro a ellos porque fue con quienes más trabajé.

– Hernandarias fue campeón en el 2003 ante Universitario que era presidido por Rolando Schneider ¿Estuviste en el plantel?

– No, dirigí hasta el 2002 y en el 2003 colaboré con Nico (Nicolás Borsotti). Era candidato a intendente, quizás estaba muy joven todavía pero de todas las experiencias se aprende. Después que ganamos el título mi hermano tomó la presidencia y jugamos el Argentino, ahí le di una mano, en definitiva siempre estuvimos colaborando. De la misma manera ellos me ayudaron a mí. En un momento comenzamos a promocionar las juveniles y salieron jugadores muy importantes. De ahí surgieron Nico Borsotti, Juan Pablo Faez, Fernando (Sánchez), Claudio Ruiz Díaz, Roberto Falcón, entre otros. También se sumó Martín Isla que llegó de Paraná, eso fue un golazo porque lo trajimos y se quedó a vivir. Es un referente del club.

– En el 2006 Borsotti estaba jugando para Atlético María Grande y se negó a jugar la final contra Hernandarias para no traicionar sus sentimientos. ¿Te sorprendió?

– (Hace silencio) Para nada. Hubiese hecho exactamente lo mismo (se emociona). Es muy fuerte lo que uno siente por el club, somos todos una verdadera familia, seguimos compartiendo cosas muy valiosas dentro y fuera de la institución. Nos conocemos muy bien y Atlético tiene mucho que ver con todo esto.

Tiempos de coordinador en Atlético donde ocupó todas las funciones menos presidente. “Intentamos cambiarle la mentalidad a los chicos. Pienso que lo logramos porque tienen un gran temperamento”.

– ¿Cómo te vinculaste con la política?

– Tengo un tío que fue intendente en 1987. Mis abuelos, mis padres son todos peronistas de cuna. Yo palpé y sentí todo eso desde muy chico. Personalmente me encantan los desafíos y quiero tener metas y seguí ese camino. Siempre trato de tomar la política para ayudar, nadie te puede decir que no intenté darle una mano a alguien. Podés ganar o perder pero lo importante es colaborar con la gente, estar a su disposición. En este momento no sólo de la gente sino también de los dirigentes deportivos desde el Área de Deportes.

– Aquellas experiencias como dirigente te deben resultar de gran utilidad para esta labor desde la provincia.

– Sé perfectamente lo que hacen los dirigentes y no sólo en Paraná Campaña. Durante este tiempo de trabajo en el equipo de Deportes, los clubes han sido beneficiados con programas de la provincia y Nación. Entendieron cómo deben actuar y gestionar, por suerte la mayoría tienen su documentación en regla para poder recibir aportes y que el Estado esté presente es fundamental. No hay un club de Paraná Campaña que no haya recibido ayuda del Estado provincial. Los dirigentes presentan proyectos y se preocupan por el desarrollo de la institución, eso es importantísimo.

– ¿Tus hijos juegan al fútbol?

– Tengo dos varones y una nena. El mayor, Gerónimo de 21 años, juega en Atlético. Este año había pedido el pase para Independiente FBC pero por la pandemia no pudo llegar. El más chico, Santino, hizo inferiores en Unión de Santa Fe y ahora está en la Cuarta de Patronato. En el 2017 fue campeón con la Sub 17 de Atlético.

– ¿Le diste el “ok” para jugar en Independiente?

– No respondo jaja. Está muy bien, no hay problema. Tengo amigos de Independiente FBC y hay gente muy responsable trabajando.

– ¿Qué es lo más valioso que brinda el fútbol?

– Lo más valioso es lo que siempre traté de inculcarle a los chicos, para llegar se tiene que entrenar bien, con responsabilidad. Hablo del futbolista amateur, del que vemos continuamente en estas tierras. Cuando nos tocó estar al frente de un equipo o de los juveniles, siempre tratamos de inculcar que salgan lo menos posible y de esa manera se podrá llegar a un objetivo planificado. Lo mejor del fútbol es cuidar los valores, las buenas costumbres, la responsabilidad y la amistad que podés construir. Uno camina Paraná Campaña, y te conocen por el fútbol y por las buenas relaciones que fuiste formando a lo largo de tu carrera. Eso es importante.

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Por Mauricio Jacob
Desde Crespo
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