“El miedo en las instituciones”. Opina Carlos Sigvardt, especialista en “Educación Emocional”

Carlos Sigvardt, especialista en Educación Emocional, habló sobre el efecto del miedo cuando paraliza el accionar institucional y en ese marco, explicó cómo abordarlo.

“Necesitamos instituciones emocionalmente inteligentes y para satisfacer dicho propósito, debemos reconocer y analizar el impacto que genera el miedo; es necesario identificarlo y saber las consecuencias que produce. Las emociones nos acompañan en nuestra vida diaria como también en nuestro desempeño laboral. Visitando instituciones todavía vemos formas de conducción caracterizada por la emoción más antigua, el miedo. Directivos que temen perder la autoridad, el control, incapacidad de delegar, poca predisposición de recibir ayuda; a veces sin una mala intención manifiesta los lleva a vigilar, reprender, amenazar en vez de acompañar, aconsejar, sugerir. Por tal motivo es imperante que, principalmente los que dirigen deben tener inteligencia emocional (empatía, asertividad, confianza en sí mismo), para poder replicar a través de su ejemplo, gestionando buenos climas institucionales para una mejora de la calidad del servicio que se desea brindar, ya que esto redunda en bienestar de los dirigido y por consecuencia y como fin primordial, en la buena atención de los principales protagonistas, por los cuales debemos velar en las instituciones educativas, que son los niños, niñas y jóvenes”.

“AFECTA LA CREATIVIDAD Y LA INNOVACIÓN”

“Las instituciones atravesadas por el miedo tienen consecuencias no saludables: el silencio de los trabajadores, quienes prefieren no comentar errores o dificultades produciendo consecuencias que afectan el clima y la cultura organizacional impidiendo la mejora del servicio. El miedo afecta la creatividad y la innovación de los trabajadores, ya que el cerebro pierde concentración sobre el trabajo y se focaliza en el peligro y en el modo de salir de él…”.   

REACCIONES AL MIEDO EN EL SER HUMANO

Reacciones psicológicas: Anticipaciones subjetivas; creencias erróneas, negativas e irracionales; pérdida de confianza; pensamientos irreales, distorsionados y catastrofistas; foco reducido perceptivo y cognitivo en las amenazas; sentimientos de fracaso e incapacidad de afrontamiento; bloqueo de pensamientos; dificultad de atención, memorización y concentración; sensación de impotencia; sentimiento de indefensión, entre otras”. “Reacciones fisiológicas: Activación del sistema simpático; la glándula suprarrenal descarga adrenalina; pelos de punta; las pupilas se dilatan; el tórax se ensancha para aumentar el volumen del aire inhalado; el corazón se dilata, aumenta la provisión de sangre; se eleva la tensión sanguínea; los músculos se contraen; los vasos sanguíneos periféricos se contraen y la piel palidece; edl hígado libera glucosa, entre otras”.

Reacciones conductuales: Irritabilidad, ira, agresividad, lucha y afrenta; movimientos descontrolados; bloqueos con inhibición motora; evitación del objeto o situación temida; llantos y gritos; urgencia de escapar y huida con pérdida del control; aislamiento; búsqueda de personas o elementos que incrementen la seguridad; expresiones faciales, componentes no lingüísticos de la expresión verbal” (Fuente: C. Bedoya Dorado, M. García Solarte)”.

“AL MIEDO HAY QUE ASUSTARLO”   

“Si bien estamos analizando las consecuencias para las personas que les toca dirigir, esto también es perfectamente trasladable a las relaciones de poder que se pueden dar de padres a hijos o docentes-estudiantes, donde los resultados son los mismos. El modo imperativo vertical, sin brindar una autonomía responsable a todos los integrantes, genera desconfianza: la confianza es un sentimiento binario, se tiene o no se tiene y cuando se pierde, es difícil de recuperar. En este análisis de la existencia del miedo en las instituciones, debemos saber que cuando no logramos aceptar la incertidumbre, se convierte en miedo; debemos saber que la incertidumbre es perfectamente aceptable, se traduce en mayor vivacidad, conciencia y creatividad, en definitiva, siempre digo “al miedo hay que asustarlo”, el miedo en nuestra mente es mucho más dañino, por eso es necesario enfrentarlo lo antes posible desde un liderazgo que trasmita seguridad… Como líderes, debemos generar climas de espontaneidad, motivando, ayudando, sacando lo mejor que tienen las personas y esto tiene que ver con lo que transmitimos, en definitiva, confianza, no miedo”.

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