El hincha debe volver a su lugar de origen

¿Por qué no puede haber público en un partido de fútbol? Es la gran pregunta, una incógnita comprensible en los primeros tiempos de pandemia cuando las restricciones eran prácticamente completas. Pero para los días que transcurren, es una contradicción (una de tantas) y carece de argumento que la respalde.

A dónde vamos con afirmar que “carecer de argumento”. Veamos, por empezar el fútbol se juega al aire libre, en espacios abiertos para la cómoda ubicación de los hinchas. Hasta ahí eso es correcto, no resulta ninguna novedad. Podemos trazar una línea paralela y compararlo si se quiere con los lugares recreativos habilitados desde hace tiempo: playas, termas, parques acuáticos y demás. No se aprecian grandes diferencias. ¿O sí?

Quizás la única diferencia que puede hallarse es que estamos comparando un deporte con un motor económico como el turismo. Pero lo cierto es que el fútbol nuestro de cada día, también mueve su mano de obra: Entrenadores, jugadores, periodistas, médicos, policías, árbitros… Además para el club mismo que alberga un partido de fútbol, puede resultar de enorme importancia económica para sumar unos pesos en las ya apretadas billeteras.

Vayamos con otro interrogante que se hace el pueblo futbolero: ¿Por qué están habilitadas las celebraciones religiosas? ¿Por qué los restaurantes? ¿Por qué los eventos sociales? ¿Por qué las salas de juego? ¿Por qué no el fútbol? No está mal aquella actividad que volvió al camino, lo aplaudimos, pero no está bien que no se haya definido abrir las puertas a los hinchas. ¿Por qué?

Con el protocolo correspondiente, hasta si se quiere poniendo un límite de capacidad en el público que puede asistir a un estadio entrerriano, la pelota está en condiciones de rodar con el aliento del hincha. El “distanciamiento social” puede cumplirse con absoluta normalidad.

Entonces llega el momento de definiciones trascendentales para nuestro fútbol provincial. El “ok” ya fue dado en algunas ligas, torneos de ascenso y competencias organizadas por privados, otorgarlo en todo el suelo entrerriano, sería un paso fundamental. No darle el “ok” al hincha, estaría más cerca de un capricho incomprensible que de una línea lógica en función de lo que puntualizamos.

¿O estamos equivocados? Quizás sí. Quizás no veamos aspectos que sí aprecian aquellos idóneos que toman medidas para guiar nuestros pasos como sociedad. Quizás no. Quizás estamos en lo cierto y entonces el regreso puede estar cerca.

Por Mauricio Jacob

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