El grito que desencadenó la locura

El desenlace de la semifinal entre Arsenal y Viale FBC contó con aristas prácticamente similares a las de un cuento futbolero propio de Fontanarrosa, Sacheri o Galeano. Es que el final tuvo condimentos de esos mágicos que no suelen suceder a menudo en un clásico y en esta instancia tan determinante.

El panorama era el siguiente. Duelo vital para conocer al finalista de la Liga de Fútbol de Paraná Campaña. Escenario, el estadio “5 de Octubre” anclado en barrio Arroyito y repleto de hinchas. Antecedente, en la ida habían empatado 0-0 y el gol de visitante tenía doble valor en caso de igualdad de puntos y tantos.

El comienzo de esta historia indica que Viale FBC fue el que tomó el protagonismo y se adelantó en el marcador apenas 7’ de haber iniciado el juego con una exquisita definición de Johan Villalba. Los nervios estaban apoderados de los hombres del Verde. Enojos, imprecisiones, piernas fuertes y reacciones que estuvieron al borde de la expulsión. Incluso hubo una que fue sancionada como tal cuando Salas le aplicó un fuerte golpe a Alzugaray y también podría haber corrido la misma suerte otro compañero. Un primer tiempo al borde del colapso para Arsenal y cerca de la gloria para la “V”.

Con 10 hombres y con el 0-1 en el marcador, los dirigidos por José Mancuello debían dar vuelta un panorama retorcido. Con amor propio sus jugadores salieron a vender cara la derrota y con otra personalidad comenzaron a encontrar situaciones de gol, pero chocaban contra la enorme figura de Lucas Rodríguez. Viale, replegado para la contra, no aprovechó esa herramienta ante una defensa jugada. El ataque tuvo uno de sus más flojos partidos en el complemento y Gustavo Vergara, el 1 del Verde, también fue culpable de dejarlo con vida al dueño de casa.

Con suma tensión los minutos avanzaban en el reloj hasta que marcó los 35, momento en el que Luis Flores tomó un rebote en el punto penal y de media vuelta infló la red. Fue el primer estallido de la gente del Verde que a esa altura alentaba a su equipo ya que demostraba carácter y una imagen de lucha y entrega por dar vuelta la serie. En la “V” las caras eran de preocupación, no entendiendo lo que sucedía en una serie que parecía controlada.

Gustavo Vergara tomó la decisión del penal en el final del duelo, convirtiéndose en el héroe de la tarde. (DZ)

Maximiliano Moya, el juez, adicionó 6 minutos de manera correcta y fueron los más largos de los últimos clásicos. Cuando se cumplía el último llegó un centro al área de Viale, rebotes y una mano en el camino. La de Galliussi. De esas que no son con intención pero que en estos días se sancionan debido a que amplía el volumen del cuerpo. El árbitro no dudó, nadie lo hizo. Penal.

A esa altura las piernas de varios eran de plomo, pesaban más de la cuenta por un enorme desgaste. Quien tomó la valentía de agarrar la pelota envuelta en llamas, fue Vergara, el guardavalla local. Era EL penal de estos tiempos contemporáneos en el duelo de vialenses. De hacerlo sería héroe y desataría la locura. De fallarlo quedaría sepultado en las profundidades del olvido y de la desilusión. Delante estaba Rodríguez, otra leyenda que también tendría la posibilidad de agigantar su figura.

Sonó el silbato de Moya ante un estadio en silencio, expectante, como en el cine viendo una película dramática y que tenía un final completamente incierto. Algunos jugadores del local en rodillas, otros que no querían observar ese momento cúlmine. Vergara llegó a la pelota perfilado para su zurda y sacó un remate cruzado, arriba, hacia el poste izquierdo de Rodríguez que se jugó al otro costado. Gol.

El gol más gritado de los últimos tiempos. Ese grito que salió desde las mismas entrañas de los fanáticos del “Verde” y tomó mayor fuerza cuando atravesó la garganta para luego estallar en el aire. Un grito que recorrió las calles de la ciudad y se extendió por un buen rato. El lado local era un manicomio, los hinchas comenzaron a revolear por sobre sus cabezas remeras entregando cantos victoriosos hasta que se consumiera el último minuto de juego.

Señalado el punto central por parte de Moya apareció el desahogo y la felicidad eterna para Arsenal. Viale quedó masticando una amarga derrota impensada minutos antes. Con todo a su favor, dejó pasar otra posibilidad de eliminar a su adversario de toda la vida que ahora se toma revancha de aquella final perdida en el 2016 ante el mismo rival y en el mismo lugar. Ciertamente que aquello fue una final y ésta no lo fue, pero las características le dieron un plus memorable.

La imagen: El hincha prendido del tejido con los ojos brillosos ilustra el sentimiento que invadió al pueblo “Verde”. (DZ)

El “Verde” de Arroyito pudo torcer una serie complicada y le entregó a su familia una alegría que no tiene comparación. Ambos brindaron un partido de alto vuelo, sobre todo desde lo emotivo, con cambios de ánimo en los protagonistas que fueron escribiendo este nuevo capítulo del gran clásico de la región. Un final para la mismísima pluma de Fontanarrosa, Sacheri o Galeano. Para el aplauso.

Fotos: Deportezonal

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