El “estrés psicosocial” puede conducir a un infarto

Cada 29 de septiembre, en el “Día Mundial del Corazón”, se invita a la reflexión y se hace un llamado a la acción para adoptar buenos hábitos y fortalecer la salud de la población y se recuerda la importancia de los controles médicos anuales para prevenir y tratar oportunamente las enfermedades cardiovasculares, que en su gran mayoría se originan en países de ingresos medianos y bajos, en línea con el escaso desarrollo socioeconómico y se deben a enfermedad coronaria y cerebrovascular.

Se han realizado múltiples estudios buscando las diferentes causas y factores de riesgo y se ha determinado que el corazón es vulnerable al tabaquismo, las alteraciones de los lípidos, hipertensión, diabetes, obesidad abdominal, así como a factores psicosociales, que están relacionados con el incremento del riesgo de infarto de miocardio en forma significativa. Padecer una enfermedad cardiovascular, aumenta también por una alimentación poco saludable, la cual se caracteriza por un bajo consumo de frutas y verduras y un consumo elevado de grasas, sal y azúcares. Las personas que no hacen actividad física suficiente tienen entre un 20% y un 30% más de probabilidades de morir prematuramente que aquellas que hacen actividad física suficiente. La inactividad física es un factor de riesgo clave para la aparición de las ECV, pero también de cáncer y diabetes. Los factores psicosociales, como la depresión y la ansiedad, la falta de apoyo social, el aislamiento social y las condiciones estresantes en el trabajo, también influyen negativamente. El estrés psicosocial puede duplicar el riesgo de tener un infarto de miocardio. Se desconocen los mecanismos exactos por los que los trastornos mentales aumentan la ECV, aunque se cree que los efectos perjudiciales estarían causados por un estilo de vida poco saludable, un aumento de la exposición a estresores socioeconómicos y los efectos secundarios cardiometabólicos de algunos medicamentos”. 

La Dra. Paola Courtade (MP 7165), aconseja realizar ejercicios y tener sueño de calidad, lo que ayuda a disminuir los niveles de estrés. A su vez, se estima que dejar de fumar y realizar actividad física, podrían reducir el número de muertes por enfermedad coronaria en un 20% y el control de la hipertensión podría reducir la cantidad de fallecimientos por enfermedad cerebrovascular, en un 20-25%… Además, la actividad física mejora la función endotelial, que a su vez potencia la vasodilatación de nuestras arterias, contribuye a perder peso, al control glucémico, así como a la mejora de la presión arterial, de los lípidos y de la sensibilidad a la insulina. En términos generales, los datos de investigación indican el beneficio de realizar regularmente una actividad física moderada, que no debe ser ardua ni prolongada y que puede incluir actividades diarias recreativas, así como las caminatas o la jardinería…”.  

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