Docentes jubiladas y en actividad cuentan sus historias en el “Día del Maestro”

Por el “Día del Maestro”, que se conmemora este viernes 11 de septiembre, estuvieron en el “Centro Periodístico de Entre Ríos”, Adriana Zapata (directora jubilada de la Escuela Nº 187 de Crespo), Olga “Tachi” Geist (actual directora de la Escuela Nº 57 de Colonia Merou), Sofía Amalia Weiss (docente jubilada, que trabajó en instituciones educativas rurales) y Mabel Chémez (también docente jubilada, con más de 30 años en la actividad), quienes en una imperdible entrevista de historias y vivencias, dialogaron con El Observador y el programa “Fernando Huck Reportajes” de Canal 6 ERTV.

Geist comentó que “este año ha sido muy particular para los docentes, alumnos y sus padres, al no haber clases presenciales. El viernes 13 de marzo fue el último día de clases en las aulas, se sabía que podía complicarse la situación, pero no pensábamos que iban a ser tantos meses. Los papás habían comprado un manual que venía con un libro de actividades, lo cual nos sirvió mucho durante estos meses. Tenemos un día estipulado para hacer las videollamadas. Todos fuimos aprendiendo día a día y no todas las familias estaban preparadas para lo que tuvimos que emprender, pero con alegría podemos decir que la respuesta de los chicos a lo que enviamos es del 100%. Sí a uno le preocupa la angustia que se está viendo, que esto se dilata y no vemos un horizonte de vuelta a clases a corto plazo. Antes de las vacaciones, elaboramos un cartel y lo pusimos en el alambrado de la escuela para que vean que los felicitamos por su esfuerzo y que llegaba su merecido descanso. Pero extrañan su lugar de encuentro con sus compañeros, donde cantan, juegan y realizan las demás actividades escolares”.

Chemez trabajó durante 20 años en la Escuela N° 18 de Distrito Doll; 10 en la Esc. Nº 34 de la misma zona rural y se jubiló en la Esc. N° 17 de Isletas. Dijo que “ser docente es una vocación, porque sin eso, es muy difícil llevarlo adelante. Me ha tocado ir a trabajar, viajando a caballo todos los días durante un año, porque por una vertiente, era imposible pasar con otro vehículo. Durante mis embarazos (tiene 5 hijos), por ejemplo, iba en sulky y en días de mucho barro, he llegado caminando. La alegría es ver a esa gran cantidad de alumnos con los que compartí las aulas, que hoy muchos son profesionales. Son chicos del campo por los que uno se siente orgullosa de haberlos tenido a cargo desde los 3 ó 4 años. Recuerdo que en la Escuela 18, tenía juntos a los chicos de jardín a 7º Grado y contábamos con 2 aulas, por lo que hice abrir una puerta en el medio y puse el escritorio en la mitad, así tenía los ciclos bien divididos. Viví casi toda mi vida en el campo. Fui colaboradora de El Observador muchos años en la zona de Isletas. Recuerdo que tenía mis hijos estudiando (la secundaria) en Crespo, los veíamos a buscar y llevábamos los chicos y los periódicos para repartirlos”.

Zapata expresó: “Viví en Distrito Doll hasta los 11 años y el terreno donde está la Escuela N° 18 (donde trabajó Chemez), lo donó mi papá. Fui alumna de esa institución, de la cual tengo un grato recuerdo… Como docente he transitado por varias escuelas de la zona, hasta que me jubilé, en octubre de 2019, siendo directora de la Nº 187 (Crespo). Extrañaba demasiado no ir a la escuela, que al mes de estar en casa, ya empecé a sentir estrés. Fueron muchos años de trabajo dedicado a la docencia. Hoy (por el Covid-19), es un tiempo especial, porque nunca pasó esto de no estar en contacto tanto tiempo con el niño, sí hubo otras pandemias, como la Gripe A, pero en ese momento, los que no asistían a clases eran solamente quienes tenían algún problema de salud, pero no como ahora. Las docentes, con esta virtualidad, tienen un trabajo agotador y es para destacar lo que están realizando…”.

Weiss contó que se jubiló hace 5 años, luego de trabajar entre otras, en las escuelas de Aldea San Juan y Colonia Merou. “Amé la docencia desde siempre, mi padre era maestro también. Al vivir en Crespo, muchas veces viajaba ‘a dedo’ para cumplir con mi trabajo. He llegado a las escuelas en camionetas, camiones, carros, bicicleta… Con el tiempo me compré una moto para trasladarme y el último año, aprendí a manejar y lo hacía en auto. Cuando se empezó con los celulares, preguntábamos por cómo estaban los caminos y si se podía entrar o no. El esfuerzo que se hace, como lo realizan muchos docentes, es cansador, pero la gran alegría es cuando uno llega a la escuela y están los chicos esperando” a lo que Zapata añadió: “Una cosa es tener un vehículo propio, donde se puede calcular el tiempo para salir. He viajado también ‘a dedo’ y una no sabe la hora de llegada. Pero como han dicho las demás docentes que participaron de esta nota, la docencia es una gran vocación y es una alegría que quedamos en el recuerdo de nuestros alumnos. Hasta el día de hoy, jóvenes que uno tuvo en las aulas, me siguen llamando ‘Seño’. Se nota que algo hemos dejado marcado en sus vidas“.

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