Detección tardía de la hipoacusia puede comprometer seriamente el futuro de los niños

informeSegún datos de la Organización Mundial de la Salud, la hipoacusia se presenta con una frecuencia de 5 cada 1.000 bebés nacidos y estaría afectando a unas 360.000.000 de personas. En Argentina, el 12,9% de la población tiene alguna discapacidad, según el último Informe de Población con Dificultad o Limitación Permanente del INDEC. De ese total, las discapacidades auditivas ocupan el cuarto lugar entre los tipos más frecuentes, con el 8,3% de los casos.

Médicos especialistas señalaron que la mayor parte de las hipoacusias en la infancia son de tipo congénito y su tratamiento oportuno resulta clave, tanto en el mejoramiento de la capacidad auditiva como en el desarrollo del habla y para el desempeño escolar. Al respecto, la fonoaudióloga Mónica Matti, dirigente de GAES Centros Auditivos, sostuvo que “la hipoacusia debe ser detectada antes del mes de vida y la no intervención médica o audiológica antes de los 6 meses, tiene un profundo impacto negativo sobre el lenguaje y por consiguiente sobre el desarrollo cognitivo y el aprendizaje”.

La profesional recordó que “el 80% de las hipoacusias infantiles permanentes son congénitas”, ya sea por factores hereditarios o resultado de complicaciones durante el embarazo y el parto, tales como infecciones intrauterinas (rubeola, sífilis, toxoplasmosis), bajo peso al nacer, asfixia del parto, ictericia grave, entre otras. Los niños a su vez, también pueden ver reducido su umbral de audición, que en personas con capacidad auditiva normal es igual o superior a 25 decibles, por traumatismos cráneo-encefálicos o de los oídos, por enfermedades infecciosas (meningitis, sarampión o paperas), exposición al ruido excesivo, entre otras causas.

Desde la sanción de la Ley 25.415 de Detección Temprana y Atención de la Hipoacusia, todo niño nacido en el país tiene derecho a que se estudie tempranamente su capacidad auditiva y se le brinde el tratamiento correspondiente. El primer y más importante estudio que debe practicarse en los recién nacidos para descartar problemas de audición es el denominado “Tamizaje Auditivo con Otoemisiones acústicas” que forma parte del Plan Médico Obligatorio. Se trata de un estudio indoloro y no invasivo que cuanto antes se haga, mejor es, consideran los especialistas. Este examen induce “una emisión acústica de parte del oído que tira para afuera lo que está oyendo” y en caso de respuesta negativa ante los estímulos, el siguiente paso es una “timpanometría”, que permite determinar la existencia de problemas en el oído medio, como deficiencias de ventilación y la existencia de líquido producto de algún tipo de otitis.

Otro estudio indicado en la etapa temprana es la “Respuesta Auditiva Provocada del Tronco Encefálico”, que permite medir la actividad de las ondas cerebrales que ocurren en respuesta a ciertos tonos. Matti sostuvo que “los bebés desarrollan determinadas destrezas o habilidades relacionadas con la audición y el lenguaje  durante los primeros años de vida y la no aparición de alguna de ellas puede estar relacionada con una pérdida auditiva”.

La especialista agregó que un bebé de 3 meses con audición normal, por ejemplo, reacciona a los ruidos, se calma o sonríe cuando le hablan, reconoce la voz de los padres y si está llorando se calma al oírla, balbucea y llora de diferentes modos según la necesidad que tenga. No obstante, la fonoaudióloga aseguró que “aún hoy se detectan hipoacusias al ingreso a la escuela, sobre todo si es leve o moderada”, producto de que “muchas veces no se realizó la prueba en el momento del nacimiento o no se efectuó un correcto seguimiento. La detección tardía de la hipoacusia puede comprometer seriamente el futuro de los niños, sus aprendizajes y sus posibilidades de integración social y laboral”.

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