Cuando el juego de azar se convierte en ludopatía

Cada vez más personas concurren a las salas de juego, con el fin de distraerse, pasar un momento agradable con amigos y quizás, encontrar un golpe de suerte que mejore su economía. El inconveniente se presenta, cuando la ruleta, tragamonedas y “maquinitas” en general, se transforman en una imperiosa necesidad y jugar pasa a ser un impulso irreprimible, a pesar de ser consciente de sus consecuencias y del deseo de detenerse. Esta adicción, llamada ludopatía, es cada vez más frecuente en los consultorios de médicos de Crespo, por lo que Canal 6 y El Observador, dialogaron con el psiquiatra Fernando Fusaro, quien al respecto señaló: “La ludopatía se encuadrada dentro de lo que serían las adicciones no químicas. Muchas veces se piensa que las adicciones están vinculadas sólo a sustancias y no siempre es así. El cerebro funciona ante determinados estímulos, que en este caso es el juego. Es importante aclarar que tomar una copa vino en una cena, por ejemplo, no convierte a alguien en alcohólico, mejor si no toma, pero el exceso en tiempos prolongados sí lo hace un adicto aunque sea con una droga legal y algo similar ocurre con los jugadores. Una actividad o hábito se transforma en patología cuando le trae a la persona una disfunción en su vida. En esta afección, se puede decir que si por ir a jugar al casino la persona no paga el alquiler, evidentemente hay un problema. Por el juego está dejando de lado necesidades básicas y muchas veces relaciones o seres por los que tiene un sentimiento. No debemos confundir a la persona que se va de vacaciones y visita un casino, el que va y se divierte ocasionalmente o aquellos que tienen un dinero exclusivo para ese fin y no lo exceden, con quien es jugador compulsivo. Pero cuando es patológico, realmente es un trastorno desbastador, no sólo para la persona sino para el grupo familiar en su conjunto”.

En cuanto al tratamiento de esta enfermedad, el especialista explicó: “Las adicciones en su mayoría, prácticamente no tienen cura. Personalmente considero que es una enfermedad que tiene tratamiento, pero no tiene cura. Puede haber un período de 20 años de abstinencia y sin embargo, el primer día después de esas 2 décadas, puede el paciente reincidir nuevamente en la adicción al juego. De todas maneras, las sesiones deben ser efectivas, esto implica que sea un buen tratamiento, acorde a cada caso en particular y que a su vez, que la persona que viene al consultorio esté predispuesta”.

Las consecuencias son muchas y la gravedad de las mismas aumenta a medida que la adicción se hace más fuerte y permanente. “Es terrible lo que puede llegar a pasar en casos de ludopatía, porque el cerebro no entiende ni quiere otra cosa que no sea el juego. A la persona que está con esta afección psicológica, no le importan los hijos, la familia, el trabajo ni sus bienes. El hecho de perder les genera frustración y aparece la culpa, porque son conscientes que actuaron mal y allí se vincula muchas veces el consumo de alcohol u otras sustancias. Pero pasado ese breve lapso, empieza a resurgir la abstinencia y nuevamente nada lo detiene. Necesita de esa sustancia, que es la ruleta o el tragamonedas, para seguir funcionando. Se dice que la sala de juego es la dopamina que lo mantiene activo”, dijo Fusaro.

 

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