Crespo: Sin subvención, el comedor San Cayetano resiste su cierre

El comedor San Cayetano alimenta a niños, jóvenes y ancianos desde hace 10 años, pero el mismo lucha por no cerrar sus puertas. La provincia ha dejado de acreditarle el dinero que mensualmente podían gastar, ya que quienes están a cargo se vieron imposibilitados de reempadronarse en el relevamiento. Ana María Schilling, vecina de ese barrio y coordinadora del comedor, manifestó a Canal 6: “A veces la tarjeta se atrasaba y pensé que se trataba de sólo eso, pero resultó que la teníamos cortada definitivamente. No me había enterado del relevamiento que estaba haciendo la provincia hasta última hora. Una mañana Virginia Stricker llamó a Paraná a Alejandra Alanís, que trabaja en el área, para preguntar qué pasaba con nuestra partida y le contestaron que no estaba habilitada. No sabíamos qué hacer y nos dieron plazo de una semana para entregar la documentación, que es fotocopia de los documentos de los chicos que asisten, de sus padres y de todo aquel que viviese con ellos y recibiese una porción de alimento. A este comedor llegan unas 78 personas, que vienen sábado y domingo, cuando los comedores escolares están cerrados. Los tenemos anotadas en un cuadernito, pero no contamos con su documentación personal. Se los pedí a todos los que venían, pero sospecharon, creyeron que no era para enviar a Paraná y por temor, muchos se negaron. No pude cumplir ese requisito en el tiempo que ellos me daban. Recién ahora, un mes y medio después, aún me falta la documentación de 8 o 9 chicos. Me duele que no nos hayan avisado con tiempo, que nadie se haya acercado a explicarnos que nos faltaba cumplir con ese trámite”.

La mujer se mostró preocupaba por la situación que se avecina con el invierno, donde el frío se hace más intenso y muchos niños no tienen un plato caliente para alimentarse. “Hay gente que empieza a andar en la calle, incluso me han llamado para ver qué podía hacer, porque una señora con dos chicos ha estado estos días revolviendo los contenedores de los monoblock de calle Rivadavia, para sacar comida de la basura. Parece que vamos hacia atrás y vuelven esas épocas difíciles. Atendíamos también a abuelos que andaban pidiendo puerta por puerta y pronto tendremos que decirles que ya no les vamos a dar más de comer, porque ya no tenemos el apoyo de la provincia. Por el momento estamos solicitando la ayuda de los vecinos para poder seguir funcionando con unos pocos aunque sea. Hasta ahora nos acompaña el Grupo Motta (enviando alitas y pechuguines), los comercios, la fábrica de pasta, gente particular que traía fideos, arroz, pero quedamos desamparados, porque el gobierno nos daba $1.273 que son sumamente necesarios. Nunca le cobramos el gas ni los elementos de limpieza para el comedor…”.

 

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