Crespo: Mirta Wielizco contó cómo la asaltaron y maniataron

Como ya informara este medio, el viernes 4 de marzo, a las 15.30, la Sra. Mirta Zapata de Wielizco, comerciante en un local ubicado en San Martín casi French de esta ciudad, fue víctima de un audaz intento de robo. En esa oportunidad, 2 sujetos desconocidos la habrían reducido, amordazado y atado con cinta de embalar en los pies, mientras revolvían su peluquería y venta de artículos varios, en busca de dinero. Al no alcanzar su objetivo, se fugaron, ante la mirada atónita de los vecinos que los vieron salir corriendo y fugarse en un auto. Tras la dramática situación atravesada por la comerciante, Canal 6 y El Observador dialogaron con ella, para conocer lo sucedido. Wielizco lo explicó así: “A las 14.00 de ese día vinieron mis alumnas y terminamos las actividad alrededor de las 15.15. En eso me llamaron pidiéndome un turno para las 15.30. Era una prueba de peinado de ’15 años’ para una sesión de fotos. Me llamó la atención el apellido, porque nunca lo había escuchado, pero igualmente la anoté y me crucé a buscar una coronita y unas pestañas con piedritas que justo había traído. Cuando emprendo el regreso al local, cruzo por el costado de un auto VW Bora negro, que tenía como una radio dada vuelta, con botoneras. Fue lo único que vi, porque me molestó el reflejo del sol. Al colocar la llave en la cerradura, 2 jóvenes me empujan de atrás y caigo de rodillas dentro del negocio. Ahí nomás me arrastraron por el piso hasta atrás del salón y me gritaban ‘la plata, danos la plata’, lo repetían una y otra vez. Les dije que no tenía nada, porque de verdad había ido al centro durante la mañana con la billetera y a la tarde no la había traído. Me decían amenazantes ‘callate o te mato ya’. Alcancé a decirles ‘ya viene la gente para el turno de las 15.30, va a venir una señora con su nena’. Entonces me pusieron una cinta metálica en la boca, con hilos adentro, que era imposible de cortar y uno de ellos se quedó sujetándome. Yo no vi que tuviera armas, pero es terrible ese momento, porque no tenía sentido que me hicieran eso por plata. Mientras tanto, el otro muchacho subía y bajaba las escaleras del entrepiso, porque tengo un altillo con ropa de invierno y cajas de negativos que guardo desde hace años. Me hicieron un gran desorden. Escuchaba cómo tiraban todo. Todavía no sé por dónde empezar a ordenar. Cuando bajó, le dijo al que me sostenía ‘Le pifiamos, acá no hay nada. Vámonos a la Villa (Libertador San Martín)’. Supuse que esa era una excusa para despistarme, para que le cuente a la policía y tal vez ellos pensaban irse a Viale. Llamaron al que manejaba el VW Bora, que hizo marcha atrás porque estaba estacionado enfrente y se fueron. Cuando quedé sola, me arrastré como pude, como una oruga hasta la puerta, que la habían dejado abierta y con el codo la pude abrir. Ahí me vio un chico que justo pasaba en moto con su novia y me socorrió”, relató Wielizco.

En cuanto a las características físicas de los malvivientes, la damnificada señaló: “Supongo que esos muchachos habrán tenido uno 20 y pico y el otro unos 30 años. El más joven se tapaba la cara con la mano todo el tiempo. Para mí, ellos suponían que yo abría la farmacia de la esquina, porque desde lejos parece un solo local, no se nota la división. Tal vez los atrajeron los collares y el colorido, porque son cosas re vendibles en cualquier esquina. No sé qué pensar, porque también habían andado preguntando a algunos a qué hora yo abría”.

Años atrás, Wielizco había sido víctima de un hecho similar, motivo por el cual cambió sus hábitos y más aún después de lo vivido: “Hace 2 años que vivo cerrando con llave al entrar y al salir. Pero ahora definitivamente me voy a quedar encerrada. Si viene gente que yo no conozco, le digo que está cerrado y no le abro, prefiero perder una venta y no la vida. Yo me pregunto ¿por qué no ponen de una vez por todas las cámaras de vigilancia en la terminal? Porque seguro que si hubiera cámaras, no se hubieran atrevido a asaltarme o tendríamos la patente para que los detengan”.

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