Crespo: Cómo recuerdan vecinos crespenses las primeras ediciones de la Fiesta de la Avicultura

Esta semana nos visitaron Carlos “Nito” Zorzoli (81 años), Eugenio Hepp(89) y Dionisio Senger (78), junto al actual presidente de la Asociación “Crespo, Capital Nacional de la Avicultura”, Luis Niderhauss y contaron durante una hora sus recuerdos de Crespo de 1964 en adelante al Cont. Fernando A. Huck, director de El Observador y conductor del programa “Grandes Reportajes”, (se emite los martes y jueves, a partir de las 21.30 por Canal 6 ERTV. Niderhauss expresó que “es un orgullo contar con el aporte de estas personas, porque son la historia viva y es importante dejar eso registrado, transmitirlo a las nuevas generaciones, de cómo era la avicultura, lo que costaba tener un emprendimiento, porque no había la tecnología y la comunicación que había hoy” destacó.  

– La gente de más edad aún recuerda la primera edición de la Fiesta de la Avicultura, a la que vino el presidente Arturo Illia… 

– (Zorzoli) Sí, la fiesta se desarrollaba en los terrenos del ferrocarril (de la zona céntrica, en cercanías del actual edificio del Inst. Com. Crespo). Yo estaba encargado de la coordinación de los artistas que se presentaban en el escenario. Tenía todo anotado como debían ir subiendo para actuar… Recuerdo que fue un día de mucha lluvia, en el boulevard de calle Ramírez, que en ese momento tenía árboles en el medio, se alinearon los tractores, la mayoría de marca Fahr, que eran los que se usaban en ese momento. La idea era esperar al presidente, pero por el clima no vino por ruta, sino que lo hizo en tren hasta el ferrocarril. Después mejoró el tiempo, porque se pudo hacer el acto y todo lo programado en el Parque de la Avicultura y el almuerzo. Para las fiestas posteriores, se buscó un lugar cerrado, porque generalmente en octubre llovía mucho y estaba fresco. Se eligió la fábrica de aceite con sus galpones, pero como eran chicos, hablamos con el gerente para ver si nos hacía una arcada de un galpón a otro para que sea más grande y lo conseguimos. Entró mucha gente…

– (Senger) Yo no pude estar en esa primera edición, porque como estaba en el campo, no pudimos salir por la lluvia. En las otras fiestas, sí participé. Veníamos en carro y también en moto…

– (Zorzoli) La fiesta se hacía todos los años. Con Héctor Motta íbamos a Santa Fe a los parques que hacían bailes y les pedíamos la dirección a las orquestas y le traíamos esa información a la comisión. De Buenos Aires para los bailes, trajimos a Industria Nacional, que en ese momento salía por la televisión, Cuarteto Leo, que era un boom y se completaba con orquestas de Santa Fe, que eran muy buenas…

– ¿Había grupos de música alemana por ese tiempo?

– (Zorzoli) No, todavía no existían en la zona. La música alemana empezó en la región con la Fiesta de la Cerveza de Unión. Primero con Los Henkel y después con Los Wendler Buben. Tal es así que apareció la música alemana y hasta en los cumpleaños de 15 había música de ese género…  

– (FAH) En febrero de 1977 me reuní con Roberto Gidaszewski y le propuse ayudar como contador, para arreglar unos problemas con la DGI con la Asociación por lo que la fiesta de 1976 ya no se hizo y la del 77 corría riesgo. Finalmente destrabamos ese problema, se hizo una espectacular fiesta y vino el ministro de Agricultura Cadenas Madariaga, en representación del presidente de ese momento, Jorge Videla. ¿Qué diferencia ven en las fiestas y en la avicultura de esos años y los de la actualidad?

– (Senger) Eran otras épocas, otra forma de trabajar, también el ímpetu era distinto. No nos olvidemos que Entre Ríos tuvo mucha inmigración… Recuerdo que mi señora me dijo una vez “yo me quedo acá” y arrancamos viviendo en un ranchito prestado para tomar nuestra propia iniciativa. Por suerte ya somos la quinta generación avícola y es un orgullo que los chicos sigan este camino trazado. Antes, la gente se iba a otras provincias por falta de posibilidades. Quizás la llegada de la energía eléctrica en 1974, fue un incentivo para los que quedaron. Hoy vemos que los caminos son un tema a discutir en grande, porque hay un déficit en ese sentido. En 50 años nosotros avanzamos mucho en lo productivo y no ocurrió lo mismo con los caminos…

– ¿Qué recuerdan de Don Luis Kaehler, el primer avicultor?

– (Zorzoli) Yo trabajé un tiempo con él. Ellos compraban huevos y yo los clasificaba y acopiaba para mandarlos a Buenos Aires. Con Luis teníamos una conexión desde antes a través de mi papá, que era pintor y le hacíamos trabajos. Eran tiempos muy distintos a los actuales. Hoy muchos productores tienen sus propios depósitos, pero antes se vendía a las empresas de Buenos Aires…

– (Hepp) Yo también trabajé para Kaehler. En realidad, lo mío eran los autos, la mecánica, pero también hacía tareas de carpintería. Un día, Don Luis me llevó para que le hiciera unas ventanas y desde ese momento, no me dejó ir y estuve trabajando con él unos 6 o 7 años. Le hacía mantenimiento a las máquinas, las cargaba con huevos y le controlaba la parte mecánica de los vehículos…

– Vendía los pollitos y muchas veces los trasladaba en avión…

– (Hepp) Sí, cargábamos las cajas con pollitos en el campo de “Carlitos” Stieben. Bajaba el avión que manejaba Julio Schanzenbach y los llevaba a Buenos Aires…

– (FAH) Un relato para describir de cómo se trabajaba en esa época… Recuerdo que en 1962, fuimos con mi familia 2 semanas a la casa de campo de la familia Euler en Aldea San Antonio (Departamento Gualeguaychú) y aterrizó un avión lleno de cajas con pollitos bebé sobre el campo y cuando nos encontramos con el piloto, era Julio Schanzenbach, quien dijo que venía de Crespo y tenía que llevarlos a una granja. Se había desorientado. Comió algo y siguió viaje…

– (Hepp) Nosotros llenábamos tanto al avión con cajas con pollitos, que Julio apenas tenía lugar para manejar… Recuerdo que Don Luis contrató un instructor de Paraná, vino dos o tres veces a enseñarnos a volar a Ángel Kemerer y a mí también y participamos en unas cuantas clases. Lo que recuerdo de Don Kaehler era que viajaba a Estados Unidos y Alemania y traía revistas, de las que sacábamos ideas para aplicar en la producción avícola de la zona…

– Ahí fue que comenzó con la construcción de jaulas para aves…

– (Hepp) Sí. Los primeros clientes fueron de la zona de Seguí, Don Alberto Bolzán, Colli, Sanero y los Wagner, todos buenos clientes… Se hacía todo con mucho esfuerzo. Llegué con el tiempo a tener 30 empleados en 3 turnos… No estoy en contra de la tecnología, pero desde que empezaron a venir las jaulas importadas, fue una competencia difícil para nosotros. En mi caso dejé, porque ya no se podía competir…  

– (Senger) A las gallinas había que darles la comida a balde y tener el maple en la mano para juntar los huevos. Era muy distinto a lo que es hoy, que está todo mecanizado. Nuestro contacto real con Kaehler lo tenía mi padre, que les compraba pollitas y las criábamos en casa. Yo estuve 4 años estudiando en Esperanza y ahí conocí lo que eran las jaulas colgantes. En 1955 me vine y tenía las ideas fijas de implementarlas acá. Hoy en día estamos criando 50.000 gallinas y tenemos un galpón para armar para 30.000. Si bien ya me retiré, voy al campo y hago cosas, porque hay mucho por mantener y me gusta. Tengo un nieto mayor que se interesa mucho por todo, incluso hizo una rampa para cargar huevos con los camiones, porque donde tienen ellos el depósito está elevado. En el último año de la Escuela Técnica hizo ese dispositivo para cuando el chasis arrime, estar a la altura para cargar con una zorrita…

– Era muy difícil moverse de la ciudad al campo y viceversa, cuando llovía…

– (Senger) Cuando uno venía en carro, se le atoraban las ruedas y había que bajarse con un palo a sacar el barro que estaba pegado. Hubo épocas que hasta los tractores se quedaban…

– (Niderhauss) Quiero rescatar el espíritu de emprendedores que han tenido, como decía Dionisio Senger, que la esposa le dijo que prefería quedarse acá y ser pobre antes de emigrar a otro lugar. En las reuniones ilustro nuestra zona como la de los emprendedores, con la capacidad de reinventarse. Muchos de los productores han quedado sin nada y de la nada han vuelto a resurgir. El Estado está ausente y no les brinda las herramientas necesarias que son básicas para la producción de la zona. La capacidad de trabajo y las ganas están. Hoy necesitamos caminos y conectividad y en esos aspectos, una apuesta mayor del Estado en todos los niveles. Eso va a ser que las generaciones que siguen, se queden en el campo. Así como nos gusta vivir bien en la ciudad, tener broza, asfalto, ellos no la necesitan por comodidad sino para trabajar, para generar mano de obra, progreso. Cuando los gobernantes tomen real dimensión de eso, lograremos avanzar. Sabemos que en el campo a veces son pocos votos, pero cuando se cambie esa forma de pensar, que nos juntemos sin importar el color político, que estemos unidos bajo un mismo manto, que es nuestra Patria y generemos esas herramientas a la gente que trabaja, vamos a tener un gran despegue como país…  

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