Crespenses buscan objetos históricos enterrados y revisan curiosos mitos

En los últimos años, creció en Argentina el número de aficionados que se dedican a buscar objetos de metal, en especial los que tienen relación con algún acontecimiento relevante del pasado. En suelo entrerriano, es común encontrar balas y trozos de armamentos, monedas, anillos, entre otros elementos enterrados y olvidados, que despiertan una gran curiosidad histórica.

En Crespo, un grupo de jóvenes se sumó a este hobby, como ellos mismos lo definen, quienes muchas veces a partir de investigaciones y reseñas históricas, realizan búsquedas de metales perdidos, además de revisar mitos y analizar las sorprendentes luces provenientes de la tierra, llamadas “fuegos fatuos”.

Giovanni Sebernich, uno de los crespenses que forma parte de este grupo, en diálogo con El Observador comentó que “lo que tenemos en común con los demás integrantes, es que nos gusta la historia, fundamentalmente la de Entre Ríos; se han dado situaciones en las que estábamos parados en campos donde muchos años atrás, hubo una batalla o allí vivió tal personaje que participó de algún suceso en la provincia. Es una actividad de búsqueda, que nos permite compartir un momento con la naturaleza y está además, la faceta histórica, por lo que uno necesita leer y conocer sobre hechos ocurridos en Entre Ríos y en ese sentido, hay mucho por averiguar”.

Sebernich detalló que “una vez elegido el lugar y lograda la autorización del dueño del campo, dividimos el trabajo por sectores, ya que es aconsejable que los detectores no estén cerca, para evitar la interferencia. En zonas donde hubo batallas, generalmente se encuentran proyectiles, cuchillas, bayonetas y en taperas, monedas y otros elementos antiguos que se usaban cotidianamente”.

En cuanto a los detectores, explicó: “Hay una gama infinita de marcas y modelos e incluso los que pueden buscar hasta en el agua, lo que también está en nuestros proyectos a futuro. El problema es que no todos los equipos están preparados para sumergirse completamente y suelen ser más costosos. Es una idea que tenemos y nos gustaría mucho poderla concretar, porque no solamente en los campos hubo historia, sino también en los ríos y arroyos”.

Cuando se lo consultó sobre hasta cuántos metros pueden ser detectados los objetos, comentó que “depende de varios factores, en primer lugar, de cómo está ubicado el elemento y el tamaño que tiene. Una moneda de 3 ó 4 cm. de diámetro, que esté de cara, la podemos encontrar hasta un metro o más todavía. Hay materiales que tienen mucha ‘conductividad’, que son más fáciles de detectar y otros que quizás están enterrados a 20 cm y no se los detecta. Nos ha pasado que tuvimos una señal llamativa, cavamos más de un metro y encontramos una chapa de hierro. Lo más antiguo que hemos encontrado fue una moneda de 1850” describió.

Sobre investigaciones de mitos, hizo mención a la famosa “Luz Mala”, sobre lo cual expresó que “es difícil investigar el fenómeno, porque se dá bajo ciertas condiciones climáticas y depende mucho del lugar. Tenemos la esperanza de que alguien que escuchó historias de sus abuelos, que en tal árbol por ejemplo salió una luz rosa o en los montes se ven luces azules, se contacte con nosotros y podamos realizar un trabajo de campo. Esas luces están relacionadas con la composición de los elementos que están bajo tierra y dependiendo si es hueso, metal o elemento orgánico, se genera una bioluminiscencia (producción de luz por parte de un organismo vivo). Sobre este fenómeno, hay mucha gente que tiene otras creencias, más relacionado a lo religioso. No todos pensamos igual y en ese sentido, tenemos que ser respetuosos. Quienes hayan podido ver situaciones así, conozcan sobre las mismas o tiene un dato de alguna historia antigua o de posibles objetos metálicos enterrados, pueden comunicarse al 0343-155-353899, garantizando de nuestra parte, absoluta reserva”.

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