Cómo evitar quedar ciego por Glaucoma

De causa desconocida, el glaucoma afecta a cerca de 37 millones de personas en el mundo y es la tercera causa de ceguera en la adultez media, es decir entre los 30 y 50 años. La Organización Mundial de la Salud indica que el número de ciegos debido a esta enfermedad ronda los 8 millones de personas. La prevención es la protagonista para conseguir el descenso de casos, porque esta enfermedad detectada a tiempo puede detenerse con medicación en gotas o cirugía en algunos casos. El tratamiento consiste en disminuir la presión intraocular a niveles que el oftalmólogo considere sanos para el ojo. El pasado viernes 11 de marzo fue el Día Mundial del Glaucoma, fecha en la cual diferentes Hospitales del mundo y organizaciones vinculadas a la salud ocular, difundieron información y ofrecieron controles gratuitos en diferentes centros. El Observador acerca a sus lectores los siguientes datos de relevancia, para evitar padecer esta afección.

El glaucoma no provoca síntomas, por eso se lo conoce como “el ladrón sigiloso de la visión”. Es una enfermedad progresiva, haciendo que el paciente no advierta su desarrollo hasta fases tardías. De todos modos, algunos signos de alerta deben ser:

-Los cambios frecuentes de anteojos, sin que ninguno sea satisfactorio.

-La dificultad de adaptar la vista en lugares oscuros o la aparición de un arco iris en forma de anillo alrededor de las luces.

-Complicación para enfocar la vista en objetos próximos a la persona.

-La pérdida de visión lateral.

Lo más recomendable es el control oftalmológico periódico, principalmente en adultos y en niños cuando existen indicios de glaucoma congénito o infantil.

La pérdida de visión a causa del glaucoma afecta primero al campo periférico del ojo, por lo que en casos moderados puede ser detectado con una prueba sencilla, consistente en tapar uno de los ojos y examinar los cuatro ángulos o esquinas del campo visual, en cuanto a claridad y nitidez. Si la enfermedad no se trata, el campo de visión se irá cerrando cada vez más, se oscurecerá la parte central y finalmente degenerará en una ceguera total en el ojo afectado.

Tratamiento:

El tratamiento es básicamente con fármacos en gotas. Se requiere un tratamiento prolongado, por lo que es importante que las sustancias sean recetadas por un oftalmólogo, puesto que existen drogas que implican un riesgo de dependencia y otros efectos adversos sobre el sistema nervioso central.

Para casos refractarios o de complicación aguda, es necesaria la práctica de intervenciones quirúrgicas. Las cirugías láser y convencionales son efectivas, salvo casos complejos donde se recurre a otras técnicas quirúrgicas.

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