Como evitar cánceres ginecológicos con la detección precoz

El cáncer sigue siendo una de las enfermedades más temidas por hombres y mujeres de todas las edades, sin distinción de estrato social ni nacionalidad. Si bien aún no es curable, con los avances de la ciencia se ha logrado detener su avance y reducir al mínimo sus consecuencias, siempre y cuando se detecte precozmente.

Este grave diagnóstico tiene una amplia gama de presentaciones, afectando a todo tipo de órganos. Ginecológicamente el cáncer de cuello de útero es el segundo en tasa de mortalidad, registrándose 450.000 nuevos diagnósticos cada año en el mundo. El 93% de las mujeres que lo padece están también infectadas por un virus de transmisión sexual, llamado el papilomavirus (HPV). Por su parte, el cáncer de ovario es la causa más importante de mortalidad por cáncer ginecológico, representando el 4% de los tumores que afectan al género. Los expertos estiman que una de cada 55 mujeres desarrollará cáncer de ovario a lo largo de su vida y actualmente el 50% de quienes lo padecen fallecen. Su frecuencia de aparición es mayor en señoras que superan los 40 años, alcanzando su incidencia máxima entre los 50 y 70 años, tras el período menopáusico.

El Observador dialogó con la Dra. Magalí Pereyra, jefa del servicio de Ginecología y Obstetricia del Sanatorio Adventista del Plata, quien explicó acerca de la formación de los tumores en el aparato reproductor femenino: “Se debe partir de la base de que el cáncer es un mal que ataca a las células, que son la unidad básica de vida del cuerpo. Normalmente, éstas crecen y se dividen para formar nuevas células, siendo éste un proceso ordenado. Cada célula lleva a cabo su función específica por un tiempo determinado y luego muere. Pero cuando no se realiza este ciclo celular de crecer, dividirse, funcionar adecuadamente y morir, se presenta la enfermedad, ya que hay células que continúan viviendo. Además no pierden sus características, por lo que siguen dividiéndose y creando células nuevas que el cuerpo no necesita. Estos microorganismos innecesarios forman masas de tejidos adicionales, es decir formar un tumor, que puede resultar benigno o maligno”.

La profesional señaló que el cáncer de mama y de cuello uterino son los más frecuentes en nuestro país, por eso en Argentina se incluyó la vacuna del HPV en el calendario obligatorio. La infección por el virus del papiloma se considera el principal factor de riesgo para contraer el mal en el cuello uterino, como así también son potenciales desencadenantes el haber iniciado la actividad sexual a edad temprana con múltiples parejas, fumar, presentar infecciones genitales recurrentes y usar anticonceptivos orales por más de 5 años. En alusión a los desencadenantes, la ginecóloga agregó: “Incide tener antecedentes familiares de cáncer de mama u ovario, ser una persona obesa, consumir una dieta rica en grasas, no tener hijos o concebir el primer bebé luego de los 30 años, someterse a la terapia de reemplazo hormonal por 5 años o más, exponerse en exceso a radiaciones, haber iniciado sus menstruaciones antes de los 12 años y comenzado la menopausia luego de los 55”.

En principio los distintos tipos de canceres ginecológicos no generan síntomas ni causan dolor, pero existen indicios que una mujer puede advertir: “Al principio es casi imperceptible, pero al ir desarrollándose aparece un bulto en la mama o en el área de la axila, similar a una bolilla o endurecimiento. Los pechos pueden cambiar su tamaño o su forma e incluso se detectan secreciones o sensibilidad extrema en la zona del pezón. Cualquier manifestación anormal, es un signo para estar alerta”.

La prevención constituye la clave de un proceso terapéutico exitoso. Existen factores que una mujer puede controlar y otros que escapan a sus alcances, pero resulta fundamental obtener el diagnóstico lo antes posible para encarar el tratamiento. “Los exámenes clínicos periódicos son un gran detonante que ayudan de sobremanera. La mamografía, el papanicolau y la colposcopía, son muy útiles para la prevención del cáncer y permiten obtener una detección precoz. Cuanto más temprano sea el diagnóstico, las opciones de tratamiento serán mayores. Algo tan cotidiano como la alimentación constituye una poderosa arma preventiva, por eso se recomienda consumir fibras, frutas, vegetales que contengan vitaminas, minerales y antioxidantes. Es saludable limitar la ingesta de grasas y evitar el consumo de tabaco y alcohol, tendiendo siempre a llevar una vida sana y equilibrada. Realizar actividad física, descansar apropiadamente y evitar la exposición a productos tóxicos, son conductas que ayudan a reducir el riesgo”.

 

 

 

 

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