¿Cómo borrar un tatuaje sin temor y sin rastro?

Hasta hace nada, librarse de un tatuaje exigía convivir de por vida con una huella emborronada y desvaída que marcaba con precisión el lugar del crimen.

Más valía dejárselo, fuera cual fuera el dibujo o el nombre. Los resultados no estaban garantizados y el umbral del dolor tenía que ser tirando a altísimo para soportar en la piel unas técnicas que podrían haber sido incluidas en la lista de torturas de la ONU.

Por suerte, la tecnología llega al rescate y, aunque ya existen tintas reversibles que aseguran una buena retirada en caso de arrepentimiento y que los puristas señalan como “para cobardes”, eliminar un tatuaje por completo hoy solo es cuestión de un poco de paciencia, dinero y la técnica de borrado adecuada.

¿La mejor elección? Acaba de irrumpir en el panorama estético y se llama Picoway. Así lo explica la doctora Adriana Ribé, directora de Ribé Clinic: “Se trata del láser médico más potente para eliminar tatuajes. La clave está en que utiliza pulsos de energía muy cortos que fragmentan la tinta en partículas muy pequeñas que el cuerpo elimina de forma más rápida”. Tan rápida que, como constata el doctor Emiliano Grillo, dermatólogo de IML, “si se trata de tinta negra de poca densidad y el tatuaje está en una zona de piel fina, como brazo o antebrazo, una sola sesión basta”. Más paciencia exigen las zonas acrales (muñeca o tobillo) o la espalda, y colores como amarillo, blanco o naranja: “Suelen llevar óxido de zinc en su composición, muy resistente a la acción del láser”, remata Grillo.

El color ya no es solo cuestión de gusto y borrar el pasado cuesta alrededor de 150 euros por sesión.

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