Colonia Elía: Un ejemplo de vida. 102 años cumplió Doña “Mangucha”

El 10 de junio celebró su cumpleaños Manuela ‘Mangucha’ Soria de Olague. Con la lucidez tan peculiar que la caracteriza, la abuela de Colonia Elía cuenta su pasado juvenil sin tapujos, pues se siente querida por todos. No siempre se tiene la suerte de ver un siglo correr, mejor dicho de vivir más de un siglo como ha sucedido con ‘Mangucha’ que nació el 10 de junio de 1909 en el puesto Santa Ana de la Estancia Selmira. Sus padres, Marculina Magne e Ignacio Soria formaron una familia con 13 hijos; eran muy humildes, realizaban trabajos en el campo y los chicos ayudaban pastoreando las vacas y caballos.

Con carácter optimista y en forma entretenida cuenta anécdotas sobre sus 102 años de vida: no sabe leer ni escribir ya que nunca la mandaron a la escuela; recuerda que desde muy joven le gustaba ir a los bailes y lloraba cuando su madre no la dejaba salir. A los 25 años se casó con Miguel Olagüe, él sembraba en la estancia ‘La María Luisa’; tuvieron cinco hijos varones, tres nietos y tres bisnietos. Cuenta que en esos tiempos usaban molinos para obtener agua y no contaban con luz eléctrica y que su suegro fabricó los ladrillos para construir la casa donde habitaron tres generaciones de la familia. Actualmente Mangucha vive ahí, en la construcción que tiene 150 años.

En 1972, luego de quedar viuda, sus hijos la llevaron a Buenos Aires; regresando de esta ciudad después de 10 años para quedarse residiendo definitivamente en Colonia Elía al cuidado de su familia. A los 95 años sufrió cáncer de estómago y se operó en el hospital Francés, tomando ella la decisión de hacerlo y actualmente se encuentra bien de salud, al cuidado de una vecina. Le encanta comer asado y comenta que le gustaba mucho el vino que su marido elaboraba.

Doña ‘Mangucha’ hacía las mejores tortas y hasta 14 panes dulces para Navidad. Ella y su hijo también cuentan que hace 67 años en el pueblo se contaba con una farmacia, que en el correo se podía depositar dinero, que había un doctor permanente y se practicaban operaciones en la salita.

Su hijo Anselmo ‘Chelo’ dijo que cuando él o cualquiera de su familia se preparan para salir, ella los interrogaba ‘adónde van, qué van a hacer’ y les repetía que se abrigaran.

Otra anécdota fue cuando tuvo que decidir si se operaba o no y le dijo al doctor que ella lo hacía si no quedaba inválida y podía comer con sus manos. Hoy, cuando le preguntan sorprendidos los médicos cómo se alimentó para vivir tantos años y mantenerse tan bien, ella responde ‘locro y puchero’; que es lo que siempre comió desde pequeña.

Doña ‘Mangucha’ transmite ternura, es amable, sencilla y es alegre, se hace querer brindando su amistad a todos por igual.

¿Cuántas páginas más necesitaríamos para atesorar los recuerdos de Doña Mangucha? Incontables. Lo importante es que ella apagó las velitas, a cuenta de muchas, muchas más.

 

 

 

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