Arandaneros festejan “producción récord”, pero cerraron el año con números “en rojo”

Los productores de arándanos experimentaron en 2016 una paradoja que puso en alerta a toda la actividad local: si bien terminaron el año con una producción y exportación récord de 17.100 toneladas, “se terminó con las cuentas en rojo”, expresaron representantes del sector.

En esta actividad, Argentina se enfrenta con un nuevo competidor mundial, Perú, que irrumpió vertiginosamente como un productor de punta. En 2014 producía solamente 2.000 toneladas de arándanos anuales y hoy ya supera las 28.000 Tn y compite con costos muchos más bajos, aseguran los arandaneros argentinos.

“Estamos arrinconados; los peruanos hoy producen a un costo de 40 centavos y nosotros a más de 2 dólares”, reveló Carlos Stabile, presidente del Comité de Arándanos de Argentina (ABC, por su sigla en inglés) y que representa al 80% de los productores.

El negocio de arándanos en el país, tiene foco en tres áreas geográficas, el Norte (Salta y Tucumán), el Noreste (Corrientes y Entre Ríos) y algunas zonas de la provincia de Buenos Aires. Y depende de la demanda externa, ya que exporta casi la totalidad de su producción, principalmente a Estados Unidos (65%), la Unión Europea y Reino Unido (30%) y Canadá (4%).

El cultivo es relativamente nuevo en el país, ya que los pioneros comenzaron a fines de los ‘90, pero se afianzó como actividad de peso luego de la devaluación, cuando pudo competir en costos frente a sus pares de la región y exportar en avión casi la totalidad de la producción, para llegar con semanas de anticipación a las góndolas de Estados Unidos, respecto de Chile, un país afianzado en el rubro, que exporta el grueso de lo cultivado por barco y que lidera el mercado sur, con una producción de 100.000 toneladas anuales.

El arándano es una fruta más cara de producir en comparación con, por ejemplo, los limones y necesita cadena de frío y un sistema de riego por aspersión que elevan la inversión a unos 50.000 dólares promedio por hectárea, sin contar el valor del terreno. Y por el motivo de que es una fruta delicada, necesita estar relativamente rápido en el mercado de destino, más allá de que la cadena de frío permite mantener por tiempo prolongado a la fruta en buen estado.

Desde los inicios de la actividad, Argentina exportó directamente por vía aérea, para estar en las góndolas norteamericanas entre los 2 y 10 días, según la zona, en vez de las cuatro semanas que lleva transportarlo por barco. Pero en 2016 las cosas se dieron vuelta: la Argentina ya no resulta tan competitiva en costos, por lo que cuesta sostener la exportación a través de esa vía.

Más allá de que los berries son frutas delicadas que requieren de mayores cuidados en el traslado hacia el destino final, hay problemas en la logística marítima local, “donde los barcos cargueros pueden tardar unos 30 días en llegar al puerto de Miami, cuando Perú y Chile, aún viniendo desde el Pacífico, pueden hacerlo en 15 días”, explicó Stabile.

“Trasladar la fruta en avión cuesta más del triple de lo que se requiere hacerlo vía barco, pero si lo hacemos por agua, llegamos más tarde que nuestros competidores; aquí hay que hacer un trabajo con las navieras”, expresan los productores.

Otro tema es el costo laboral: mientras que en Perú un jornal cuesta 13 dólares y en Chile unos 25, en la Argentina el valor alcanza los 40 dólares. “El año pasado el productor perdió plata y puso de su bolsillo, cuando en 2015 había logrado un ingreso de 2,16 dólares por kilo”, comparó el dirigente.

Otro factor desestabilizante es la gran oscilación del precio. Resulta frecuente que se pueda llegar a pactar con el cliente un precio de 12-15 dólares el kilo, pero “si el producto llega a destino en condiciones deterioradas, como no se puede devolver la mercadería, se termina rebajando el precio a 5. Asimismo, Perú, que nos compite mucho con el precio, nos obligó a bajar los precios para poder estar en el mercado de Estados Unidos”, lo que terminó rebajando el precio en las últimas temporadas más que en otras.

Cabe acotar que el 26 de diciembre último, la Comisión Nacional de Trabajo Agrario (CNTA) del Ministerio de Trabajo firmó una resolución (236/16) en beneficio de los trabajadores, que eleva aún más los costos laborales, estableciendo el salario a destajo -medida máxima por el trabajo de ocho horas, por encima de la cual el trabajador recibe mayor remuneración- en 14 bandejas diarias de cosecha de 1,8 kilos cada una. “Fue unilateral, no tuvimos voz en la negociación. Las cuatro grandes entidades (CRA, Sociedad rural, Coninagro y Federación Agraria Argentina) responsables de la negociación no nos representan a los productores de arándanos, no entienden nuestra matriz de costos y de rentabilidad”, se quejaron voceros de los productores, al tiempo que agregan que “somos los únicos en el rubro frutas que no tenemos convenio colectivo de trabajo”.

 

Situación en E. Ríos

 

Dirigentes de la Asociación de Productores de Arándanos de la Mesopotamia Argentina (APAMA), se reunieron con especialistas e integrantes del equipo técnico que asesora a la entidad, con el único propósito de comenzar la adaptación de cara a la cosecha 2017. Se trata de un grupo de ingenieros agrónomos que evalúa la migración de variedades, la calidad de la fruta y las condiciones de exportación, entre otras cuestiones. Entre las medidas a concretar, se informó que se invertirá en capacitación de los profesionales, con la posibilidad de incorporar el know how chileno, especialista en pos cosecha. “Queremos afinarnos en el manejo pre y pos cosecha para perfeccionar la calidad de la fruta y garantizar así la competencia en un mercado internacional sobre ofertado”, explicó Gonzalo Carlazara, uno de los técnicos de APAMA. “El año que pasó fue malo, pero no bajamos los brazos”, aseguró Omar Chiarello, presidente de APAMA.

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