Al rescate del Cóndor Andino

En el mundo quedan solo 6.700 ejemplares del Cóndor Andino y su población se encuentra en declive, donde los especialistas advierten además que los reiterados casos de envenenamientos, atentan contra esta majestuosa ave.

Desde hace 30 años en Argentina se trabaja a través de un programa de conservación donde se desempeña Rayen Estrada Pacheco, investigadora del Conicet-Diamante que se abocó a estudiar la problemática de los cebos tóxicos.

En diálogo con ERA Verde, la científica contó sobre una trama donde aparece un conflicto entre la actividad ganadera y la vida silvestre que amenaza la supervivencia del cóndor.

Ave sagrada para los antiguos incas, por su poder de comunicar el mundo celestial con el mundo terrenal; símbolo de la fauna de esa unión de los pueblos a lo largo de la Cordillera de los Andes que habita; emblema en los escudos de Bolivia, Chile, Colombia y Ecuador, el cóndor andino (Vultur gryphus), se encuentra en peligro de desaparecer. La razón de esta situación crítica se debe en buena parte a la mano de los hombres. Con una población menguada ha sido objeto de muertes por disparos y captura ilegal, pero sobre todo por casos de envenenamiento en muchas oportunidades masivos. Estos últimos hechos justamente han hecho ingresar al cóndor en la lista de especies vulnerables a nivel mundial.

En 2017, en Jujuy, se detectó la primera gran matanza. Un año después, en Mendoza, se hallaron 34 cóndores muertos por haberse alimentado de un cadáver que había sido envenenado deliberadamente a fin de eliminar mamíferos depredadores del ganado. Recientemente, en el sur de Bolivia, se hallaron otros 34 cóndores en condiciones similares. La pérdida de estos ejemplares resulta un impacto drástico para su conservación, advierten especialistas.

Fue así que a partir de detectar estos sucesos, en el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina (Conicet) se generó un grupo de estudio para abordar esta problemática donde la científica Rayen Estrada Pacheco lidera una propuesta con en varios frentes. En diálogo con ERA Verde, la becaria doctoral con sede en Conicet Diamante, Entre Ríos –donde tiene a uno de sus directores Carlos Piña–, comentó sobre su trabajo que apunta tanto a dar encontrar el origen del problema y proponer soluciones con educación ambiental.

– ¿Cómo se inició tu vínculo con el programa de conservación de cóndores?

– Estudié Biología en la Universidad de Buenos aires. Ya en mis primeros años me acerqué al Programa de Conservación del Cóndor Andino, lo conocí, y me encantó para participar de la forma que pudiera. Por suerte tuve la posibilidad de ingresar como voluntaria, actualmente hay muchos trabajando. Empecé así, aprendiendo desde las distintas líneas de acción del programa que lleva 30 años, porque comenzó en el año 91.

Me sumé a sus líneas de acción. Comencé con la incubación de huevos que venían de parejas en cautiverio y la crianza de esos pichos para poder liberarlos. Después me sumé a la parte de rescate. Hay tres centros de rescate en el país que recibe cóndores silvestres con algún tipo de problemas y también los muertos para ver qué es lo que les pasó. Es así que comencé a aprender qué les pasa en territorio, en campo. Así fui sumándome a las distintas actividades. Tuve la posibilidad de hacer campañas educativas en lugares rurales y distintas provincias, del área de educación del programa. Hice un poco de todo. Cuando ya fui terminando mi licenciatura, surgió la posibilidad de presentar un tema para pedir una beca al Conicet. Así que viendo que la problemática de los cebos tóxicos estaba presente y sin mucho conocimiento, porque había pocos casos, nos postulamos para conocer la problemática más a fondo. Por suerte nos dieron la beca y empecé a trabajar en el doctorado en eso.

– ¿Cómo se desarrolló esta propuesta de trabajo?

– Comencé en 2016 y en 2017 tuvimos la primera muerte masiva, que fue en Jujuy y un año más tarde de 34 cóndores más en Mendoza y dos más en Patagonia. Así comenzaron a aparecer casos masivos y empezamos a desarrollar protocolos, a tomar muestras a campo, a hacer encuetas a pobladores, porque esto tiene que ver con un el conflicto con la ganadearía y la fauna silvestre. Comenzamos a aprender más sobre esta problemática y a trabajar más en tratar de revertir esta situación.

– ¿Cuáles son los orígenes del problema entonces?

– Hicimos estudios y pudimos ver que los pesticidas que se estaban usando para la elaboración de los cebos eran el carbofurán y el paration.  Y ambos son agroquímicos que se usan en nuestro país para la agricultura para una diversidad de cultivos, para producir nuestros alimentos. Y eso es tremendo, si bien el cebo tóxico es un mal uso de estos agroquímicos, evidentemente lo que estamos consumiendo no es muy sano si le tenemos que poner este tipo de substancias.

– ¿Qué surgió de esas encuestas?

– Mucho conflicto con la vida silvestre; con pumas, con zorros, pero que también los hay con aves carroñeras como cóndores y jotes, pero que principalmente se dirigen los venenos a los zorros y en una segunda instancia a los pumas porque predan el ganado. Así que tuvimos aprendiendo un poco eso y con estos casos de envenenamiento desarrollamos junto con la Fundación Vida Andina y el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación, la Estrategia Nacional contra el Uso de Cebos Tóxicos (ENCT) que desde 2019 empezó a trabajar en seis líneas de acción. Principalmente apunta a dar protocolos y materiales necesarios a todas las provincias para la toma de muestra y actuar ante casos de envenenamientos, ya sea involucre a cóndores o no. Para que en esa toma de muestra no haya ningún peligro de intoxicación del personal. Porque estos pesticidas son tan tóxicos que si no se utiliza el material correspondiente se puede intoxicar uno. De hecho hubo casos de gente que por una mala acción se intoxicó y casos de ganaderos que poniendo el cebo tóxico se intoxicaron. Realmente hay que tener muchísimo cuidado, por eso damos estos cursos y capacitación donde damos las indicaciones a quién dar a aviso, y qué hacer, en cada provincia, de no tocar nada, porque lo tiene que hacer la autoridad de aplicación, no cualquier persona.

– ¿Y en qué otras propuestas trabajan? – La estrategia nacional también involucra los estudios de toxicología, las encuestas a pobladores rurales como para continuar estos conocimientos de los conflictos, las muestras educativas y sumamos la mesa académico científica, para que especialista en toxicologías nos den ayuda de qué manera agilizar la defectibilidad de casos sospechosos de envenenamiento.

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