Acoso callejero: La mayoría de las mujeres se sienten intimidadas en la calle

PIROPOHasta el 15 de abril se celebra en todo el mundo la semana internacional contra el acoso callejero. ¿Cuál es la delgada línea roja entre el clásico piropo argentino y el acoso callejero? ¿Cómo protegerse? Una especialista analiza el tema para Infobae

Se denomina acoso callejero a las formas naturalizadas de acciones o palabras no deseadas que muchas mujeres padecen a diario. Para la mayoría de los argentinos se puede encuadrar bajo la figura del piropo pero para los especialistas hace tiempo que hay una delgada línea roja entre el piropo y el acoso que es importante que la sociedad y sobre todo las mujeres conozcan esos límites y cómo defenderse.

El piropo está inscripto en una frase o palabra construida con sagacidad, picardía y hasta cierta inocencia. En cambio el acoso callejero es un tipo de interacción focalizada con contenido alusivo a la sexualidad, cuyo ejercicio implica diferentes prácticas como silbidos, comentarios sexualmente explícitos, miradas fijas, cierre del paso, autoerotismo en público, exhibicionismo, manoseo, seguimiento, sonidos, ofensas verbales que se dirigen a las mujeres.

Un estudio del programa de Opinión Pública de la Universidad Abierta Interamericana (UAI) detectó que el 72,4% de las mujeres encuestadas desconocidos le gritaron o silbaron en el último tiempo. De ese total, el 59,2% manifestó haberse sentido “incómoda o intimidada”. Si bien el sentimiento de incomodidad es grande, el 76,2% de las mujeres manifestó no reaccionar ante el hecho, quizás por temor. Como contrapartida, al 71,4% de los hombres ninguna mujer le gritó o silbó nunca. A el 28,6% que sí le sucedió, le gustó el hecho.

La encuesta que realizó la Facultad de Psicología y Relaciones Humanas de la Universidad Abierta Interamericana se hizo entre hombres y mujeres de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y del Gran Conurbano de Buenos Aires para conocer sus impresiones respecto de este tema.

En el marco de la Semana Internacional contra el acoso callejero entre el 7 y 15 de abril impulsada por la ONG Stop Street Harassment, la encuesta de la UAI determinó que si bien el acoso callejero es muy común, sólo el 6,6% de los hombres encuestados reconoció llevarlo a cabo. De ese total, el 57,1% cree que a las mujeres “les gusta” y ellos lo hacen para “halagar”.

Ante esta situación, el 56% de las mujeres manifestó que si ve un grupo grande de hombres, cruza la calle y el 42,9% siente temor a la hora de caminar sola.

La mayoría de los encuestados (el 55,6%) de los encuestados y encuestadas conozca el término de “acoso callejero” y el 86,6% estaría de acuerdo con que se prohíba por ley (INFOBAE).

Cristina Fridman, socióloga y profesora titular de la materia Sexualidad y Salud en la UAI explica ponde: “A veces se trata de una delgada línea roja. Hay que discernir experiencias negativas y humillantes, intimidatorias y agresivas de meras aproximaciones de cortejo y coquetería; dependiendo del machismo como origen de comentarios contra las mujeres en los espacios públicos. Responde a una teoría general del poder en el género. Suele ser un componente invisible de las interacciones cotidianas, de breve duración, que se presenta disfrazado de piropos, alabanzas, elogios y halagos”.

Hay varias formas de acoso sexual callejero (acoso femenino, acoso homosexual a heterosexuales) con distintas representaciones en la vida de los /las ciudadanos/as. Algunos centros académicos proponen el estudio en profundidad para conocer realmente las experiencias subjetivas, utilizando entrevistas de larga duración con discursos que comprenden el uso de fotografías, diarios personales, que permita obtener de las personas los significados que les atribuyen a ciertos sucesos.

El estatus legal: El acosador callejero no están autorizado ni correspondido en su actuación, genera un entorno social hostil, y tienen consecuencias negativas para quien las recibe, Muchas veces implica desequilibrio en las relaciones de poder y ocurre en diferentes medios. Es un problema social y no de patologías psicológicas individuales.

“Provoca temor, vergüenza, coraje e indignación. También puede provocar sensación de pérdida de control, disminución de autoestima, distorsión en la valoración de las experiencias de acoso, incremento en la inseguridad propia y desconfianza hacia hombres desconocidos en general. Puede llevar a cambiar formas de vestir, lugares donde transitan, hasta libertad para salir solas a la calle”, puntualiza la socióioga.

¿Cómo puede protegerse una mujer ante esta interferencia en su tranquilidad e intimidad?

Al respecto Fridman agrega: “Las investigaciones cualitativas ayudan a conocer las formas de pensar y actuar en contextos particulares. Hay observatorios virtuales que ayudan a divulgar información , compartir experiencias, intercambiar diálogos y debates, proponer agendas de trabajo en la sociedad civil, generar reportes diarios del status en las ciudades a fin de mapear la violencia contra la mujer en la vida pública y privada. Muchos países tienen legislación expresa que lo comprende, y no se conocen fehacientemente los resultados de su erradicación. Cuanto mayor empoderamiento de todo sujeto, menor posibilidad de ser transformado en objeto del otro”.