A. Santa María: Retoman el proyecto del Museo de Alemanes del Volga

Hace unas semanas, el gobernador Gustavo Bordet visitó esta localidad en el marco de su 130º aniversario. En dicha ocasión, hizo entrega de un aporte de $300.000 a la asociación Museo Alemanes del Volga para construir su nuevo edificio.

Uno de sus principales impulsores, José Sacks, dialogó con El Observador sobre esta vieja idea. El periodista, hoy radicado en Concordia, entregó un marco de cómo surgió. “Este proyecto siempre lo queríamos hacer con mi papá (Pedro Sacks). Él manifestó un afecto por los elementos que han sido parte de nuestra historia. Cuando yo estaba en cuarto grado, empecé a coleccionar cosas. Cuando araban en las quintas con arados de mancera, las recorría e iba guardando lo que me llamaba la atención. Con el tiempo empecé a encontrar restos de porcelana, de cubiertos y papá siempre me inculcaba conceptos sobre cada detalle. Empezó la pasión por coleccionar y buscar nuestras raíces”, rememoró.

Vale resaltar que Pedro Sacks, su padre, escribió un detallado libro sobre la historia de la localidad, en el marco de su centenario en 1987. “Siempre hablamos de la posibilidad de hacer un museo. Finalmente papá murió en junio del 2007. Charlando con amigos propusimos darle forma a esa idea que siempre tuvo. Conformamos una asociación, en 2009 sacamos la personería jurídica, conseguimos un aporte de dinero, construimos los cimientos, compramos el material y conseguimos financiación para la parte eléctrica. Luego debimos parar porque no teníamos más dinero; ahora con estos nuevos fondos podremos concluir el viejo sueño hasta la parte del techo”, especificó.

Según lo informado, una vez contratada la empresa, existen tres meses para efectuar los trabajos. “Es una construcción típica de los alemanes del Volga. Una vez que esté todo armado queremos hacer habitaciones temáticas, una con madera, otra con tierra compactada como se hacía antes, otra con ladrillos y también igual que las paredes, una con revoque, otra adornada con papel y demás”, agregó.

Pedro Sacks donó un terreno para que se construya el museo, con la finalidad de que los recuerdos tengan dónde dormir. Hoy, mientras esperan su hogar, aquellos valiosos elementos están en la casa de su hijo, ocupando todo el garaje, otro poco en una casa de campo y en un galpón, mientras que mucha gente también almacena sus cosas en sus respectivos hogares. “Cada detalle tiene un valor significativo muy grande -afirmó José-, pero hay un elemento fundamental y que los caracteriza a los alemanes del Volga. Es el Samovar, una especie de tetera grande hecha en bronce que tiene en el centro un cilindro donde se hace fuego, se pone brazas y alrededor un tacho, todo de bronce. Arriba tiene un espacio donde se coloca una tetera de barro cocido y se ponen el té puro, entonces el agua está hirviendo y en una tasa se sirve el té fuerte y lo diluye con el agua del samovar. Se acostumbraba tener al lado del samovar un platito con el terrón de azúcar y se ponían ese terrón en la boca y se tomaba el té amargo encima. Por suerte aun lo tengo con la caja que llegó de Rusia. Hasta el día de hoy en la Aldea cada vez que voy, siempre después de la cena lo calentamos y tomamos el té como en esa época. Inclusive todavía tengo las dos vasijas de barro cocido llegado desde Rusia donde se coloca el té negro. Creo que es lo más representativo en el sentido que todas las familias de las aldeas tenían uno”, concluyó.

La idea, es atrapante, su concreción se transformará en una puerta al pasado, donde se podrá aprender en cierta forma cómo vivían aquellos pioneros que comenzaron a elaborar los cimientos de estos asentamientos.

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