A 38 años de la “Guerra de Malvinas”, ex combatiente crespense Jorge Khin la recuerda: “Fue un milagro que haya salido con vida”

El 2 de abril de cada año, en Argentina se conmemora el “Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas”, porque en esa fecha, de 1982, las Fuerzas Armadas de nuestro país desembarcaron en las islas, con el objetivo de recuperar ese territorio, arrebatado por Gran Bretaña en 1833. En dicho conflicto bélico murieron 649 compatriotas y varios cientos terminaron heridos, entre ellos, el crespense Jorge Khin, quien en diálogo con El Observador, contó sobre los difíciles momentos que vivió en las lejanas tierras del sur, hace 38 años.

“Mientras cumplía el servicio militar, en el Batallón 5º de Infantería, en Tierra del Fuego, se empezó a hablar de una posible guerra. Yo había cumplido el año, por lo que me estaban por dar la baja. En ese tiempo, estábamos mucho tiempo en la frontera con Chile, por lo que pensaba más que iba a ser un conflicto con ese país, pero finalmente fue con Gran Bretaña. Sin demasiadas explicaciones, nos subieron a un Hércules, con armas, municiones y nos instalamos en Malvinas” comentó Khin.

“Lo primero que nos pidieron, fue que hagamos los pozos de combate. Era uno por cada soldado. Recuerdo que por las piedras que tenía el suelo, no fue fácil hacerlo como nos pedían, lo más hondo posible y buscamos pasto para taparlo y estar más ocultos durante los combates. Mientras tanto, armamos las carpas y nos decían que estemos preparados para lo que se venía. Al principio era todo muy tranquilo, hasta que llegaron los ingleses, que empezaron a atacar de día y también de noche, desde submarinos, barcos, aviones y por tierra. En una guerra, prácticamente no se duerme, ellos no tenían horarios para atacar. Pese al frío, no podíamos prender fuego por ejemplo, porque de lo contrario veían la luz y éramos más fáciles de ser vistos. Fueron momentos muy duros, difíciles, días de lluvia, bajas temperaturas, neblina y en medio de un combate, con poca comida. Teníamos un plato de aluminio y nos ponían algo para cada uno, solo para mantenernos. De mañana, el desayuno era únicamente mate cocido”. 

Khin cayó herido el último día de la guerra. “Fue en un ataque nocturno, aproximadamente a las 22.30. Tiraron una granada y una esquirla se me introdujo al lado del hígado. Yo sentí una explosión y un golpe en mi cuerpo. Les dije a mis compañeros que no sé lo que me había pasado, porque estaba totalmente oscuro. No sabía si estaba herido, pero que algo tenía. Le preguntaron al oficial a cargo sobre qué hacían conmigo y como no me podían llevar, me metí en el pozo de combate, me tapé con una frazada y esperé. A las 16.00 del otro día, me encontraron los ingleses. Por la herida que tuve y por el tiempo que pasó, fue un milagro que haya salido con vida. Al principio me trataron mal, porque pensaron que tenía explosivos. A algunos los entendía bien y nos manejábamos por señas. Les mostré que estaba muy herido. Me sacaron, me revisaron y me hicieron las primeras curaciones. Ahí perdí el conocimiento. Cuando desperté, ya estaba en una sala médica de ellos. Me dijeron que me iban a operar, pero finalmente no lo hicieron. Después me entregaron, por lo que terminé en un barco donde estaban otros argentinos heridos. Era un griterío, momentos desgarradores, con soldados a los que les faltaba una pierna, a otros un brazo, otros estaban ciegos. Son algunas de las graves consecuencias que dejan las guerras. Nos enfrentamos a un enemigo muy poderoso. De nuestra parte, luchamos con lo que teníamos a nuestro alcance, defendiendo a nuestra Patria”.

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