25 de mayo de 1810: mitos y verdades de una jornada histórica

La Primera Junta de Gobierno significó el inicio del proceso de surgimiento del Estado Argentino. Qué pasó en ese fecha.

La imagen congelada del Cabildo se replica como una estampita y aflora en la memoria de los argentinos cada 25 de mayo. No sucede lo mismo en otras partes del mundo: en Colombia el emblema de la revolución es un florero, en Portugal un clavel, en Hong Kong un paraguas. En la Argentina se rinde pleitesía a un edificio cada vez que se conmemora un nuevo aniversario de la revolución.

Sin embargo, muchas de estas imágenes no son un fiel reflejo de la época, sino que fueron creadas décadas después. Como plantea el historiador Gabriel Di Meglio, en un artículo del Conicet, los protagonistas de los hechos estaban más interesados en vivir los cambios que en contarlos.

¿La Revolución duró un día?

El imaginario de la gente adelante del Cabildo inmortalizada en aquella postal escolar, dice, comenzó a erigirse hacia 1880. Pero la invasión napoleónica a España en 1808 había generado una crisis en todas las regiones del Imperio. En el marco de este vacío de poder, en América emergieron distintas tensiones sociales y políticas de larga data. La propia mecánica de los hechos trajo conflictos inesperados. El 25 de mayo de 1810 se instauró en Buenos Aires la Primera Junta, con Cornelio Saavedra a la cabeza. Pero los historiadores coinciden en que la Revolución no se circunscribió a una sola fecha.

“Lo de 1810 no fue solo una revolución política sino también en contra de las jerarquías sociales y raciales, que tuvo consecuencias muy fuertes en la formación posterior del país”, explicó Di Meglio.

El historiador advierte que en 1810 fue el comienzo, pero la emancipación continuó durante, al menos, una década. “La Revolución de Mayo inicia un proceso en el cual algunos grupos muy minoritarios querían la independencia, pero la mayoría de los revolucionarios al principio más bien plantean la autonomía dentro del imperio español, es decir, que el rey acepte el autogobierno local. Y ese no es el discurso escolar, que plantea que la Revolución de Mayo es el inicio de la independencia. Digamos que en los festejos tradicionales, el resultado está puesto al principio”, aseguró.

En la Junta había dos españoles

El presidente de la Junta, Cornelio Saavedra, había nacido en el Alto Perú. Los vocales Domingo Matheu y Juan Larrea, en Cataluña. Algo que no era raro para la época.

Argentina se consolidó recién a fines del siglo XIX. Los líderes revolucionarios de 1810 pensaban en términos del Virreinato del Río de la Plata. Es decir, parte de lo que hoy conocemos como Argentina, Paraguay, Uruguay y Bolivia (los territorios indígenas como Patagonia y Chaco, por otra parte, no participaron del proceso). La propia dinámica del proceso iría acotando sus pretensiones, demarcando las fronteras que nos resultan más familiares.

“Cuando Buenos Aires hizo su revolución, intentó que todos los territorios que integran el Virreinato obedecieran a la Junta. De hecho, pidió a los otros pueblos que enviaran diputados. Algunos dijeron que no -como Asunción, Montevideo, Alto Perú-, lo que dio inicio a una guerra civil entre juntistas y antijuntistas. Pero unos y otros se consideraban verdaderos patriotas y además realistas, porque -al principio- todos actuaban en nombre del rey”, detalló el historiador.

La Primera Junta

La Primera Junta

¿Hubo movilización popular?

Todos los testimonios apuntan a una indiscutible presencia popular y miliciana, tanto el 25 de mayo como los días previos, que inclinó la balanza a favor de los revolucionarios.

En el Museo Histórico Nacional está el petitorio que circuló para terminar con la Junta Provisoria encabezada por Cisneros. Allí, French y Beruti se pronuncian ‘por mí y 600 más’.

Hubo grupos heterogéneos -que involucraban gente que vivía de su salario, artesanos, vendedores ambulantes-, que se movilizaron y proyectaron en la Revolución sus propias aspiraciones y tensiones raciales, sociales, económicas.

¿Es cierto lo de los paraguas y escarapelas?

“El pueblo quiere saber de qué se trata” (una frase anónima atribuida a las manifestaciones de 1810) es también el nombre de una de las pinturas más famosas que retrata a las personas con paraguas frente al Cabildo. La creación de esta obra es muy posterior a los hechos: data del primer Centenario.

Los testimonios de la época confirman que esa semana llovió. Las actas del Cabildo del 25 también se quejaban de los vaivenes climáticos. Pero ¿qué hay de los paraguas?

Di Meglio explicó que, por esos años, el uso de paraguas o sombrillas estaba reducido a unos pocos. Caro y de tela permeable, probablemente ni se usara mucho para combatir la lluvia, ni hubiera muchos en la plaza ese día.

Con las escarapelas ocurrió algo similar. En su Historia de la República Argentina (1883), Vicente Fidel López escribía que “la plaza se llenó en un momento de damas y señoritas, con los colores celestes que distinguían el penacho tan popular de los Patricios”. Los textos de la época, en cambio, mencionaban la presencia de cintas, pero les atribuían distintos colores (rojo, celeste, blanco).

¿Había presencia afrodescendiente?

Los historiadores coinciden en que el 30 % de la población porteña en 1810 estaba compuesta por afrodescendientes. “Entre 1778 y 1812 entraron legalmente al Río de la Plata más de 70 mil esclavos, sin contar los que llegaron a través del contrabando. Apenas empieza la Revolución hay una contradicción: una gesta que se hace en nombre de la libertad, en una sociedad esclavista”, aseguró Di Meglio.

A lo largo de la Revolución, fue abolido el tráfico e instituida la libertad de vientre (1813). Los varones que ya eran esclavos, encontraron en la guerra misma la posibilidad de cambiar su situación: entraban al Ejército en condición de “libertos”. O sea, ni libres, ni esclavos, sino con una promesa de libertad. Según el profesor, “el famoso ejército de Los Andes, de 5 mil integrantes, tenía 1.500 libertos. El Regimiento 8 estaba compuesto completamente de libertos”.

¿Las mujeres estaban ahí?

Según los historiadores, el rol de las mujeres en las tertulias de la alta sociedad es conocido por todos. Además, los documentos remiten a una participación popular que contaba con hombres y mujeres. De hecho, hay un panfleto anónimo -hoy guardado en el Museo del Cabildo- que expresaba las quejas de los varones contra las mujeres que se metían en política.

¿Se comía asado?

En 1810 había en Buenos Aires cerca de 40 carnicerías y 5 saladeros. La carne abundaba, pero no solía terminar en la parrilla. Primero, hay que considerar que todo “bicho” era comestible, no solo la vaca. El ganado vacuno era cimarrón (salvaje) y los cortes resultaban duros. Por eso, generalmente se hervían en guisos y pucheros.

Un plato común era la sopa de trozos de carne de vaca y cordero, morcilla, repollo, perejil, cebollas, ajos, garbanzos, porotos, zapallos y menta.

¿Cómo era la diversión en 1810?

La sociabilidad pasaba principalmente en el interior de los hogares. En las famosas tertulias se gestaron romances, acuerdos comerciales, alianzas políticas y discusiones intelectuales, que allanaron el camino al 25 de mayo y continuaron posteriormente.

Estas tertulias no eran como las europeas, bastante más suntuosas. Los testigos de la época indicaban que la bebida más ingerida era el mate (y, si se extendía la fiesta, el chocolate). Solían terminar temprano. Siempre había música. Si no había dinero para pagarle a un profesional, los niños se ponían frente al piano.

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