¿Es curable la enfermedad de la envidia?

El Dr. Ismael “Lito” Ravinovich es abogado, de ascendencia judía, licenciado en religión, ex concejal justicialista en Libertador San Martín y conduce el programa radial “Sobre Tablas” desde hace casi 10 años por FM Libertador 90.3. Junto a la musicóloga universitaria Prof. Silvana Ostuni de Zawadzki, dieron días pasados por Canal 6 Entre Ríos TV, una disertación magistral sobre una de las grandes enfermedades del alma de todos los tiempos, pero en especial del siglo 21: “La Envidia”. Transcribimos en esta edición una de las 4 partes de la misma, a pedido de varios televidentes, que fueron impactados por la descripción descarnada de las secuelas que deja en el alma de quienes están infestados por esta epidemia. En las próximas ediciones, El Observador seguirá con esta disertación, que da algunas claves para curarse de la enfermedad de la envidia y quien quiera aportar alguna idea, lo puede hacer escribiendo a “[email protected]”, con el título: “Envidia”.

Así comenzaba el Dr. Ravinovich:

“Vamos a hacer teología aplicada ¿qué pasaría si un vecino nuestro se compra un coche impresionante, un Lamborghini por ejemplo: ¿Usted se pone feliz y lo felicita gustosamente? ¿Qué pasa si su vecino recibe una herencia de 10 millones de dólares? ¿Usted va y lo celebra, sólo porque usted aprendió que Jesús dijo: “lloren con los que lloran y gócense con los que se gozan”? Nosotros sabemos que a veces no es así. Muchos podemos volvernos locos, sentir como que tenemos algo en el estómago que nos oprime, sentirnos perturbados, porque nuestro vecino sale con esa máquina. No quiero poner ejemplos que trastornen, pero cualquier conducta exitosa de un vecino o un familiar o un amigo o un competidor, en lugar de celebrarlo, es como que algo pasa adentro de nuestro ser y no estamos felices. Estamos como perturbados. Puede ser que nos inunden sensaciones de pesar, fuerte dolor físico y psíquico o profunda tristeza por la felicidad del otro. Tengo un ejemplo Bíblico, para aquellos más religiosos. Recuerden los Salmos que el Rey David escribía, donde él le pedía a Dios que directamente barra y liquide a sus enemigos. Él decía en sus Salmos “me aborrecen sin causa”. ¿Por qué lo aborrecían? Sencillamente porque le tenían envidia. La envidia es una enfermedad del alma y hasta da vergüenza… ¿Cómo lo vivís al tema Silvana? ¿Te pusiste a pensar si todos tenemos envidia?

– (Silvana) Según lo que se sabe, todos tuvimos envidia alguna vez, en mayor o menor grado. Pero es una condición humana que puede volverse patológica y autodestructiva para quien la padece. Me llamó la atención el hecho que nadie está orgulloso de ser envidioso. Hay quienes hacen alarde de ser violentos o de ser narcisistas, pero nadie está orgulloso por ser envidioso.

– Se puede ser colérico sanguíneo. A mí ni me bancan en casa, me tienen que bancar en el trabajo, se hace alarde de nuestras debilidades, pero nadie hace alarde de ser un envidioso. Cuando el envidioso de pronto descubre que su vecino tiene un arbolito de navidad impresionante, ya piensa que tiene que comprar 8 mil foquitos… Estamos hablando entre tres o cuatro personas y uno empieza a hacer un halago a una tercer persona y otro siempre se perturba. Pero ¿qué es lo que pasa con esa enfermedad del alma? ¿cómo puede ser que sintamos pesar o tristeza por un logro de otro ser humano? Es inadmisible, es perturbador. Los expertos dicen que ellos no pueden asumir que haya alguien superior a uno. Me parece insólito ¿Podremos librarnos de esto? ¿Cuál es la diferencia con la codicia? La codicia es el deseo enfermizo, el 10º mandamiento dice “No codiciarás”. Es decir, quiero tener la posesión, mi felicidad es un estado de ánimo que se complace con la posesión de un bien. Yo deseo tener una casa como la de mi vecino. Deseo tener el auto que tiene mi vecino. Quiero tener los campos que él tiene: eso es la codicia. “No codiciarás la casa de tu prójimo, ni la mujer de tu prójimo, ni de tus siervos, ni ovejas, ni caballos”. En aquellos tiempos, el Señor se reveló así de lo que tenía la gente en ese momento. Hoy hablaría de la 4×4. Diría: “No codiciarás el yate, el cuatriciclo, ni de la bicicleta de tu vecino”. Diría: “No codicies, porque la codicia es una enfermedad y no vas a ser feliz”. Pero la envidia es otra cosa: a mí no me interesa la bicicleta que se compró mi vecino, pero estoy loco porque tiene bicicleta nueva ¡Esa es la envidia!!!! Es lo peor que hay en una criatura humana. Es perturbador, porque queremos llegar al final de nuestros días sin estas enfermedades del alma. En la intimidad, puede pasar entre miembros de la familia, entre hermanos, a veces aparece la condición humana entre nuestros hijitos. La felicidad y el éxito del otro lo pone loco al hermanito y hasta se ponen agresivos y lo atacan y hasta lo quieren matar, porque el otro tiene una camisa nueva o un jeans nuevo…

– (Silvana) Si tuviera codicia, le saca el jeans al hermanito. Pero como le tiene envidia, lo corta y lo rompe. Estuve viendo una de las formas de expresión de la envidia: pueden ser las críticas malintencionadas, las ofensas, la difamación, el rechazo a la persona, la agresión, rivalidad y venganza…

– Así se manifiesta el envidiado: descalificando. Son expresiones que se traducen en conductas de alta peligrosidad. Cuidado, que los verdaderos expertos en conductas dicen que es la antesala de ilícitos de gran magnitud. Se ha llegado a homicidios calificados, porque la persona no puede superar este dolor por la felicidad, los logros o realizaciones de otras personas. ¿Cómo podemos liberarnos de esto? No se olviden que el egoísmo sustituyó al amor. Algo pasó en la criatura humana ¿será que podemos retornar a la felicidad? Esta enfermedad del alma, ese pesar que sentimos frente a las realizaciones de otros, es impresionante. Pensar que eso ocurre, pero ocurre en el corazón humano, esto atenta y va a socavar la felicidad de cada uno de nosotros. Pero qué pasaría si voy a un psicólogo de confianza o terapeuta y me dice ¿Cuál es tu problema? y yo le digo soy envidioso ¿Se animaría usted a decirle a su psicólogo: “Estoy enfermo, arden mis entrañas de envidia”,? A ver Silvana ¿qué decía Dolina, este pensador contemporáneo?

– (Silvana) Este filósofo y pensador argentino Alejandro Dolina, escribió una linda frase: “La envidia es acaso el peor de los pecados, porque el goloso come, el lujurioso verifica el acto venéreo, en cambio el envidioso se reseca en su envidia”.

– ¿Cómo salir de esta perturbación psicológica y emocional, cuya causa puede debatir en su casa? Pero para mí la etiología comienza en el huerto del Edén, donde las facultades se pervirtieron, el egoísmo sustituyó al amor. Nacemos con inclinaciones, tendencias, propensiones hacia el mal que nos perturban y hacen que no seamos felices. Entonces aparecen las ciencias de las conductas y las ciencias de la mente, tratando de ayudarnos y ver cómo hacer para que sea menos egoísta, para que sea feliz, menos envidioso y que pueda vivir una vida en paz, con su familia, los vecinos y la sociedad. ¿Cómo hacer para ser un hombre feliz? ¿Cómo pueden ayudarnos a liberarnos de este pecado que es la envidia? ¿Está usted amargado sintiendo pesar porque el otro es feliz?

– (Silvana) Lo primero de todo es reconocer que uno siente envidia por otra persona y estar dispuesto a tomar una acción positiva para salir de esa actitud. Hay un vacío muy grande en la persona envidiosa y para salir, lo que recomiendan los psicólogos es buscar el cariño y apoyo de los seres queridos.

– Puede ser un problema de autoestima. Si una persona está marginada en su casa y no es querido, se siente el patito feo, tiende a ser agresivo y atacar a los que son felices, hablando desde el punto de vista emocional. A veces se hacen diferencias entre los propios hijos o amigos. Pensemos en los niños, donde comienza todo, de cómo poder dejarles un modelo, una impronta para que el niño tenga elementos y discernir que cuando él experimente esa perturbación del yo ante el éxito del otro, pueda tener armas e instrumentos para vencer. Porque sino, seguro que no va a ser feliz. Es desesperante…

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