¿De qué manera deberíamos cuidar nuestros oídos?

El oído se define como el órgano responsable no sólo de la audición sino también del equilibrio del ser humano. La persona consigue escuchar a través de la existencia de receptores que mandan la información recibida al Sistema Nervioso Central, convirtiendo al oído en una estructura clave para el desarrollo del lenguaje y la expresión corporal. Existen muchos mitos acerca del cuidado y la limpieza correcta que se debe hacer de los mismos, motivo por el cual El Observador dialogó con la fonoaudióloga María del Carmen Urquiza, quien despejó las dudas al respecto. “Normalmente en el consultorio aparecen personas, sobre todo mayores, con tapones de cera o de cerumen, que generalmente se los provocan cuando hacen un uso excesivo de los hisopos. Cuando uno se limpia con ellos, lo que hace es empujar la cera hacia adentro, la cual se va acumulando y provoca lo que se llama un tapón. No se debe usar ningún tipo de objeto para limpiar los oídos y menos aún introducir elementos en la parte que uno no ve, es decir, desde la aurícula de la oreja hasta el canal auditivo. Si alguien percibe una disminución de audición, debe concurrir al otorrinolaringólogo, para que le saque la cera y de ser necesario, el médico puede llegar a pedir una serie de estudios, como las audiometrías, para determinar qué otros hechos pueden estar dificultando la correcta audición, en caso de persistir. El intervalo de tiempo en el que se debe realizar una limpieza clínica del oído, depende de la producción de cera, lo cual es propio de cada organismo o circunstancia, puesto que hay gente que por usar audífonos tiene más cerumen y requiere de una limpieza con mayor frecuencia”, explicó la profesional.

Actualmente, las campañas de prevención hacen hincapié en resguardarse de sonidos elevados o aconsejan no usar auriculares, dado el daño que el oído puede sufrir por agentes externos, a lo cual Urquiza expresó: “Es perjudicial el uso de los auriculares de celulares, computadoras, MP 3 o MP 4, puesto que van insertos en la aurícula de la oreja y no tienen un control de volumen. Muchas veces uno pasa cerca de la persona que lo está usando y escucha desde cierta distancia el sonido, entonces imaginemos cómo se magnifica hacia el interior, provocando una lesión. Estas situaciones están generando una pérdida de audición, sobre todo en la gente joven, no así quienes optan por el manos libres para reproducir música o radio. También produce daño oír la música excesivamente fuerte en lugares cerrados, el trabajo con maquinarias ruidosas, como taladros o amoladoras, que tal vez son utilizados 10 minutos, pero al ser un ruido tan intenso, puede llegar a provocar una lesión”.

El panel de los bebés o niños pequeños es aún más delicado, de manera que la señal sonora que reciban debe ser aún más débil e ir incrementándose paulatinamente. Para ello, existen dispositivos especiales diseñados a tal fin. “Cuando una pareja va a una fiesta, puede ir con su bebé, pero teniendo cierta precaución. Hay diferentes tipos de taponcitos para los oídos y vienen en varias medidas. Los de plástico no son recomendables, porque el conducto auditivo del bebé es muy chiquito y se corre el riesgo de dañarlo. Son preferibles los de otros materiales (algodón, silicona), que realmente obstruyan el canal para evitar que ingrese el ruido en un nivel agresivo, sin empujar demasiado hacia adentro. Otro detalle a tener en cuenta cuando se asiste a un evento en espacios cerrados, es identificar hacia dónde está la propagación de la onda sonora, para ubicarnos fuera de ese rango de alcance. Si uno se ubica cerca del equipo de música, siempre va a ser más fuerte el impacto para el oído, aumentando la posibilidad de lesionarse, que si se aleja del mismo. Se debe buscar un lugar adecuado para poder disfrutar de la fiesta, sin descuidar que sobre todo el niño o bebé esté cómodo”.

El sonido consiste en vibraciones que son captadas por el ser humano cuando oscilan entre 30 y 20.000 ondas sonoras / segundo. Las mismas estimulan las células receptoras del oído y se percibe como sonido en la zona de la corteza cerebral correspondiente. Así, los sonidos presentan 3 propiedades que son distinguidas por el Sistema Nervioso Central una vez recibidas: tono, intensidad y timbre. En los últimos años ha aumentado significativamente la cantidad de personas que necesitan ser asistidos por un audífono para escuchar correctamente, pero no en todos los casos la audición se pierde de manera uniforme. Hay quienes no perciben los agudos, otros los graves y para ellos, la ciencia se ha complementado con la tecnología, diseñando soluciones a medida. “En este momento la calidad en el servicio que prestan los audífonos ha progresado de manera importante. La línea más moderna que se ofrece es el audífono digital y programable, totalmente computarizado, que través de un programa informático va regulando los niveles de audición que la persona necesita, de acuerdo también al estilo de vida que tiene y a los sonidos más habituales que frecuenta. No obstante, hay gente que todavía opta por los audífonos no programables, que se colocan a un determinado nivel de confort y hay quienes eligen los dispositivos mucho más antiguos, que se programan con una serie de destornilladores. Estos últimos prácticamente están desapareciendo, pero hay personas que los tienen desde hace muchos años atrás y están acostumbrados a ellos. Básicamente éstos se programan manualmente, mientras que los nuevos son más sofisticados, de última generación y la computadora permite definir una mejor calidad en la recepción del sonido”.

 

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