¿Cuán difícil es hoy ser padre de un adolescente? (parte II)

Esta semana, la Lic. en Psicología Beatríz de Calafiore, directora de dicha carrera en la Universidad Adventista del Plata, brindó un taller para padres en Crespo, orientado a mejorar el vínculo con los hijos adolescentes. La profesional dialogó con Canal 6 y El Observador acerca de esta problemática, que permanentemente desorienta a los progenitores. “Es necesario diferenciar 3 etapas que concentran distintos comportamientos. La adolescencia temprana, que va de los 10 a los 15 años, período en el cual se inicia un brote de crecimiento y continúa con los cambios físicos. Hay un aumento de la actividad motríz, de la agresividad, se presentan trastornos en el sueño y la alimentación. Luego aparece la adolescencia media, comprendida desde los 15 a los 20 años, caracterizada por el intento de ruptura y enfrentamiento con los padres, el encuentro con el otro sexo y el ingreso a un sistema de pensamientos más abarcativo. Finalmente, la adolescencia tardía, que actualmente se prolonga desde los 20 hasta casi los 30 años, momento en que se produce una estabilización de la estructura psíquica. Es el tiempo de la elección de la pareja definitiva y de la actividad laboral que encierre vocación, placer y rentabilidad para subsistir. En este lapso, el pensamiento ya deja de ser tan idealista y omnipotente, pasando a estar más acorde con la realidad. Durante estos 20 años de vida aproximadamente, se desatan discusiones entre padres e hijos por las calificaciones escolares, los horarios de regreso ante las primeras salidas, la falta de colaboración en las tareas de la casa, sus hábitos de vestimenta, los modales con que se dirige al grupo familiar y frente a terceros, el dinero que insumen sus arrebatos de compras, las amistades con que se vincula y hasta las parejas que eligen”, explicó la licenciada.

Las actitudes y acciones de los adolescentes van cambiando y de algún modo desordenando ciertas estructuras familiares, generando situaciones que para algunos padres son difíciles de contener. En tal sentido, la psicóloga señaló: “Los futuros jóvenes comienzan relaciones amorosas muy apasionadas, para romperlas tan abruptamente como las empezaron. Comparten con entusiasmo la vida grupal y al mismo tiempo sienten ganas de estar solos. Oscilan entre el mayor optimismo y el pesimismo más negro, que los lleva a una rebeldía desafiante hacia los adultos. Todos estos vaivenes hacen que los padres se pregunten en qué fallaron, atraviesan estadíos de preocupación, frustración, desmoralización interna o abrumación. Suelen pensar entonces en que deben empezar todo de nuevo e intensifican sus exigencias, para corregir hábitos deteriorados o perdidos, con lo cual el hijo se pone más irritable, se aleja progresivamente y así se reinicia el círculo vicioso. El objetivo buscado es totalmente opuesto, de modo que el rol de autoridad debe regirse por la ley del ejemplo, la manifestación de amor incondicional, la espiritualidad y disciplina. Es necesario un control, pero no una vigilancia continua. Los papás deben fijar reglas, límites estrictos y firmes, pero razonables. El adolescente tiene que sentir que tiene alguien con quién hablar y en quién confiar, fundamentalmente porque creen en ellos”.

A la hora de disciplinar a los hijos adolescentes, la mayoría de los progenitores aluden que es sumamente difícil generar y mantener un diálogo con los mismos. Acerca de cómo lograrlo, Beatríz de Calafiore sugirió: “La práctica llevará a saber escuchar y callar, para comprender el punto de vista del joven. Ellos valoran mucho que los padres reconozcan cuando se han equivocado y les pidan perdón. Para iniciar una conversación hay que tener tiempo, escoger el momento oportuno, porque si un padre está nervioso, en ese momento no dará buenos consejos. Hay que retirar del discurso las palabras que hagan parecer la charla como un interrogatorio intempestivo o excesivamente curioso de su vida privada. Durante la adolescencia, no sólo se es estudiante, la vida es mucho más que libros, entonces un buen comienzo es hablar de deportes, de música, de cosas que le despierten interés, para después recién orientar el tema que se quiere abordar. A medida que crecen necesitan tener la oportunidad de ser responsables por sí solos, de manera que delegarles tareas y decisiones a tomar en forma paulatina es favorable. La idea también es proponerles metas más que imponérselas, con el fin de alcanzar un equilibrio entre responsabilidad y libertad, lo cual no quita que como adultos responsables los padres estén atentos a sus amistades, asistencia y rendimiento escolar, su salud y el paradero que tienen cuando salen de la casa”.

 

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